Saber que hay millones de espectadores esperando encontrar un error en tu trabajo no resulta tranquilizador y eso le ocurre al astrofísico David Saltzberg, asesor de The Big Bang Theory, la exitosa comedia televisiva poblada de intrincadas ecuaciones y de guiños constantes a la comunidad científica.

Saltzberg, profesor de Física y Astronomía en la Universidad de UCLA, forma parte desde el principio del equipo de la serie protagonizada por Jim Parsons (Sheldon) y Johny Galecki (Leonard), cuando en 2007 le ofrecieron revisar el guión del episodio piloto. «Les di una serie de sugerencias e incluso visitaron los apartamentos de mis alumnos para ver cómo eran sus habitaciones y poder hacer los decorados de la serie», comenta el físico, que recuerda que no está solo en el «gremio», ya que la premiada Breaking Bad contaba también con una doctora en química encargada de que los guiones no incluyeran barbaridades.

A Saltzberg le suele llegar un primer borrador del capítulo de la serie producida por Chuck Lorre, que incluye algún experimento que se citará en la serie y que ha de supervisar «para que esté correcto al 100 %», aunque en otras ocasiones le dejan un hueco en el guión para que él mismo realice directamente las aportaciones científicas. Pero sus sugerencias no se ciñen a las ecuaciones, ya que, de facto, actúa como asesor estilístico del «hábitat» de los científicos, con ideas sobre la vestimenta o los decorados de The Big Bang Theory, comedia que narra la vida de un grupo de físicos e ingenieros superdotados pero con graves problemas de relación social.

«Recorro el departamento en el que trabajo y voy cogiendo anuncios de conferencias; muchas veces los pósters que se ven en la cafetería y en los pasillos de la serie son de verdad, de gente que me los envía o que cojo de congresos a los que asisto», comenta.

El rigor es esencial, y supone una gran responsabilidad. «Hay decenas de millones de espectadores esperando el error, y te aseguro que un estudiante de física no va a dudar en hacerlo público por cualquier medio», afirma este licenciado por Princenton.

En estos ocho años sólo ha tenido un desliz: se equivocó al citar el nombre de un profesor de Física que había estudiado la relación del canto de los grillos y la temperatura. «Le llamamos Emil Dolbear y su nombre real era Amos Dolbear. Su tataranieto nos envío rápidamente un e-mail para decirnos que nos habíamos equivocado», afirma Saltzberg con falsa cara de contrición.Por deformación profesional, en sus ratos libres busca errores en otras series, y parece ser que no es nada difícil toparse con ellos. «Si eres científico es como si continuamente te estuvieran dando martillazos en la cabeza: ¡pero si eso no puedo ser!», afirma gesticulando con cara de asombro hacia una pantalla imaginaria. No obstante, las redes sociales han provocado que los productores se tomen estos detalles mucho más en serio. Si no, se arriesgan a una cascada de tuits demoledores de los espectadores.