MasterChef incorpora elementos del «nacionalismo español moderno» y tanto su escenografía como los comensales participantes y las localizaciones han servido para adaptar y legitimar «un nuevo discurso de la nación española». Esa es la conclusión de la investigación del profesor de Comunicación Audiovisual de la Universitat de València, Àlvar Peris, sobre el programa concurso de TVE, que se publicó en noviembre en la Revista de Recerca i d'Anàlisi de la Societat.

MasterChef, basado en el formato creado en 1990 por la BBC y que ha logrado una gran «penetración social» gracias a sus niveles de audiencia en España, mezcla «rasgos de la modernidad global con otros de perfil más tradicional asociados a una concepción conservadora y unitarista» del nacionalismo español.

«La Marca España, la presencia del ejército en el programa en dos ocasiones o la selección de espacios y paisajes identificados como parte indiscutible de una determinada idea de España» son los tres elementos sobre los que pivota la argumentación del investigador valenciano. Para Peris, «el cambio experimentado por la gastronomía española en los últimos años ha despertado un sentimiento de orgullo nacional desconocido hasta el momento».

El investigador expone que las personalidades para quienes los aspirantes han cocinado en sus pruebas, «la mayoría pertenecientes a los sectores más exclusivos», conforman «un mosaico representativo, a pesar de ser parcial, de la cultura y sociedad españolas».

En cuanto a la presencia del Ejército, recuerda que los concursantes cocinaron para él durante los dos primeros años de vida del programa, el periodo analizado en el estudio. En una de ellas se hizo para 150 soldados de una brigada en una base militar de Badajoz que incluyó el despliegue de la infantería, a los presentadores con el casco y el chaleco de camuflaje puestos y unas arengas por parte del jurado «apelando al esfuerzo y el sacrificio de los soldados, antes de subir a los carros de combate que los trasladarían al interior de la base». La segunda temporada incluyó una visita a la base naval de Rota.

También desgrana las localizaciones de las dos temporadas analizadas donde se unen «paisajes icónicos para el imaginario nacional, que todo el mundo reconoce, como las dehesas, el suelo volcánico canario o las viñas riojanas», mientras que ninguno de los programas se grabó en Cataluña.

Àlvar Peris enmarca esta investigación «en el interés existente durante los últimos años en rastrear en los contenidos televisivos prácticas nacionalistas, no solo en los programas de carácter informativo, sino en géneros de entretenimiento como la ficción o la telerrealidad».