La paradoja es tan evidente que sonroja advertirla: en la era en que la tecnología permite mayor calidad de imagen, el ser humano se decanta por pantallas minúsculas para disfrutar de una película. Rechaza, incluso, el soporte fijo. Eso viene a decir un estudio elaborado por la compañía sueca Ericsson en Estados Unidos, según el cual el consumo de televisión y vídeo en dispositivos móviles se ha incrementado en un 85% desde 2010. El informe, además, señala que el visionado de contenidos bajo demanda ha crecido un 50% en el mismo periodo.

En este tiempo hemos cambiado la pantalla de tubo por la de plasma y después por la del teléfono, en un giro que dejaría descolocado a Baird y los Lumiere. El mismo informe recoge que el tiempo medio de visionado de televisión y vídeo en dispositivos móviles ha aumentado en más de 200 horas anuales desde 2012, o 1,5 horas más a la semana. Los responsables del análisis remarca que este incremento del visionado móvil coincide además con un descenso en el visionado en pantallas fijas de 2,5 horas menos a la semana, aunque inciden en que el deseo de ver televisión y vídeo en general no decrece. De hecho, el estudio apunta que un 40 % de consumidores en todo el mundo están «muy interesados» en un plan de datos que incluya streaming de vídeo sin restricciones.

Por otro lado, el informe constata la baja satisfacción del consumidor cuando intenta buscar contenido, como refleja que un 44 % de los consumidores de Estados Unidos afirman no encontrar nada que ver en la televisión tradicional a diario, un 22 % más que el año pasado. Por el contrario, emplean un 45 % más tiempo eligiendo qué ver en servicios de vídeo bajo demanda que en la televisión tradicional.

Los datos revelan que aunque el proceso de descubrimiento de una película o serie bajo demanda les lleva más tiempo que con la televisión tradicional, los consumidores lo valoran como menos frustrante, ya que promete implícitamente la promesa de encontrar algo que quieren ver, cuando quieran verlo.

El «atracón» de series

El corsé (o ritual) de los horarios de la televisión tradicional han sido abolidos. Los consumidores prefieren el «atracón televisivo», dice el estudio, ya que un 37% ven dos o más episodios del mismo programa seguidos cada semana y más de una quinta parte lo hacen a diario. Además, el gasto empleado por el consumidor ha aumentado un 60% desde 2012, mientras que un 40% de encuestados afirman ver YouTube a diario.