El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, no consigue artistas para su investidura pese a su pasado en la televisión y su gusto por convertir todo en un espectáculo. A menos de un mes para la ceremonia, que se celebrará el 20 de enero, el equipo de Trump no ha conseguido ningún cantante de renombre y acumula decenas de rechazos de artistas. Entre las numerosas celebridades que han rechazado públicamente participar en la investidura, y por tanto ver asociado su nombre con el del explosivo magnate, están Elton John, Céline Dion, Andrea Bocelli, Garth Brooks, Idina Menzel, Ice T, John Legend, The Chainsmokers, Adam Lambert, David Foster y The Dixie Chicks.

El magnate, habitual durante décadas en los círculos del famoseo, solo ha logrado confirmar la participación de la popular compañía de baile The Rockettes, del coro mormón Tabernacle y de Jackie Evancho, una adolescente que se hizo famosa al quedar segunda en el concurso televisivo America's Got Talent. Su pasado como presentador del programa de telerrealidad The Apprentice y de su posterior variación The Celebrity Apprentice no parece por el momento estar ayudándole.

El paupérrimo cartel, a falta de nuevas incorporaciones, contrasta con el que tuvo Obama en su investidura de 2009, cuando estrellas como Beyoncé, Jay Z, Mariah Carey, Alicia Keys, Mary J. Blige y Stevie Wonder no solo cantaron en su honor sino que le expresaron su apoyo con entusiasmo. Dos días antes, además, se organizó un gran concierto frente al Lincoln Memorial en honor de Obama en el que participaron Bruce Springsteen, Mary J. Blige, Jon Bon Jovi, James Taylor, Garth Brooks, John Legend, John Mellencamp, Josh Groban, U2, Usher, Stevie Wonder, Shakira y Beyoncé.

El contraste entre las investiduras de Obama y Trump recuerda al que hubo entre las convenciones políticas y las campañas de Hillary Clinton y el magnate. Con Clinton se volcaron estrellas mundiales como Madonna, Kate Perry, Beyoncé y Lady Gaga, mientras que Trump tuvo que recurrir a su familia y a algún famoso de segunda fila como el modelo Antonio Sabàto.

Durante la campaña, y fiel a su estilo desafiante, el magnate criticó a los artistas que apoyaban a Clinton y aseguró no necesitarles. El mismo mensaje repitió en su cuenta de Twitter, el medio que utiliza para lanzar sus siempre controvertidas afirmaciones. « La llamada lista A de personalidades, todos quieren boletos para la investidura, pero mira lo que hicieron por Hillary, nada. Yo quiero a la gente», escribió.

En paralelo, sus asesores se han esforzado en quitar importancia al rechazo de los artistas al asegurar que la investidura no es un festival de música y que lo importante es el discurso de Trump y su relación con los ciudadanos. Trump se esfuerza en desdeñar esta flagrante realidad, la comidilla de las tertulias televisiva, pero ha trascendido de su entorno que está furioso por no poder conseguir que su investidura sea un espectáculo.

Aunque diga lo contrario, no se resigna a una investidura deslucida y ha pedido al productor de The Celebrity Apprentice, Mark Burnett, que consiga más famosos. Sin éxito por el momento.

A la falta de artistas se suma la polémica que rodea a quienes sí han accedido a actuar para Trump. El anuncio de que el grupo neoyorquino The Rockettes, toda una institución de la ciudad natal de Trump, actuaría en la investidura suscitó una discusión en las redes sociales sobre si las bailarinas podrán o no rechazar acudir a la gran cita polític. La compañía Madison Square Garden, que lleva el grupo, se vio obligada a aclarar que cada una de las Rockettes se apunta voluntariamente para bailar en el evento que le interese. El famoso coro mormón Tabernacle también está recibiendo una lluvia de críticas, e incluso una petición con miles de firmas en internet, para que dé marcha atrás en su decisión de cantar en la investidura de Trump.