­­Humor, emoción y la música en directo de la Film Symphony Orchestra son los pilares sobre los que pivotará la gala de la 31 edición de los Premios Goya, según el actor y monologuista Dani Rovira, que la presentará por tercer año consecutivo el 4 de febrero. «Va a ser un duelo desnudo entre el público y yo», asegura.

El año pasado dijo que no repetiría como presentador, tras las críticas recibidas en Twitter. ¿Cómo le han convencido?Me he convencido yo solo. La vida es de los valientes y pensé que sería un error no hacerlo por lo que pudiera pensar gente que ni conozco.¿Qué le engancha a presentar los Goya?

Me he subido a miles de escenarios en contextos más hostiles. Presentar la gala del año, tener de público a gente que admiro, y a la gente desde casa, me pone, es mi naturaleza. Lo que para muchos es una patata caliente para mi es una experiencia adrenalínica, poder ser irreverente ante las autoridades es el sueño de todo cómico.

¿Va a ser muy irreverente con los políticos?

El guion es el más desenfadado y divertido de los que he hecho y habla de cine. Voy a ser yo mismo, y si conoces mi carrera, el humor político nunca ha sido lo mío. Otra cosa es que yo me moje con mis opiniones en otros contextos pero encima del escenario practico un humor blanco roto.

En los últimos años las galas parecen haberse despolitizado. Da la impresión de que se ha acallado al sector con el castigo del IVA cultural al 21 %.

La gente ya sabe lo que opinamos los artistas sobre el IVA cultural. Además los datos están ahí: el español es el más alto de Europa seguido por Portugal que es del 13 %. Saben que están haciendo el ridículo, cuando eso les pese más que el rencor que puedan tener lo cambiarán. Podemos patalear, pero una pataleta no sirve para nada. Mejor recordar el buen cine que se ha hecho.

Este año las principales nominaciones han recaído sobre directores y actores muy consolidados y que ya tienen Goyas o nominaciones.

Los académicos entran en una dinámica en la que hay actores que, hagan lo que hagan, les van a nominar. No digo que hagan mal su trabajo, pero hay otros que hacen el mismo o mejor pero parece que no entran en las quinielas.

¿Echa de menos algún nombre en concreto?

Echo de menos que no se tenga en cuenta el trabajo de actores porque su película no la ha visto nadie. Alexandra Jiménez ha hecho cinco películas este año con papeles maravillosos, se merecía una nominación. Leo Sbaraglia y Clara Lago tienen grandes interpretaciones en Al final del túnel, un peliculón que casi nadie ha visto.

Como actor, la adaptación del cómic de «Superlópez» parece su gran proyecto para el 2017. ¿Qué otros planes tiene?

Aún no hay fecha de rodaje pero parece que sí será el año de Superlópez. Hay otros dos o tres proyectos para los que estamos buscando financiación. Aparte, Clara (Lago) y yo estamos poniendo en marcha una fundación.

¿En qué consiste esa fundación?

Se llama Fundación 8 Tumbao. La idea es dar visibilidad a distintas causas relacionadas con animales, personas y medio ambiente. En la primera acción, por el Síndrome de Rett, me montaré en bici con el padre de una afectada de Barcelona a Roma y lo que se recaude se destinará a la investigación. A mí la vida me va bien y siento una responsabilidad hacia los demás.

Tras su irrupción a lo grande con «8 apellidos vascos», ¿está ahora más tranquilo?

Me ha venido bien tener una hostia en taquilla como El futuro ya no es lo que era para demostrar que no soy infalible, nadie lo es, no tengo la varita mágica. Ahora estoy en la rueda de que puedo hacer una película buena o un truño enorme, como todos, y estoy muy feliz de haber encontrado esa normalidad.