Ni siquiera a los que les gusten los filetes poco hechos les agradará algunas de las escenas de esta serie, una de las grandes apuestas de Netflix para el primer trimestre de 2017. Drew Barrymore es la estrella de esta producción, con la que se embarca en el mundo del streaming para volver a la comedia. No sabemos lo que tiene esta actriz, que durante años ha ocupado más las páginas de papel couché con sus problemas adictivos que la cartelera, pero sus gestos inocentes y su cara de «no he roto un plato» enganchan a la audiencia. Barrymore imita así la decisión de Winona Ryder (Stranger Things), aunque a un nivel muy diferente. Porque la serie de Ryder es digna de un análisis estético „y sobre todo nostálgico„, mientras que en la de Barrymore el espectador quiere mirar lo menos posible, ya que abundan las escenas gores, pues Barrymore vomita, come carne cruda y esparce sangre por su pulcro hogar como si nada. ¿El motivo? El canibalismo, ya que el personaje protagonista se convierte en zombie sin comerlo ni beberlo.

Santa Clarita Diet, a parte de ser una plataforma para una actriz semiolvidada, también es una crítica sangrienta a la sociedad del consumismo, así como a sus cánones de belleza. Barrymore interpreta a Sheila, una mujer que ve la oportunidad de dar un vuelco a su vida gracias a su nueva condición, que le obliga a mantener una dieta más propia de Annibal Lecter que de Naturhouse, donde la carne humana es la base principal. A pesar de lo descabellado de esta dieta, ésta también cuenta con ciertas reglas, ya que al igual que los vampiros, hay que procurar una cierta discreción. La norma principal es que hay que elegir a las víctimas en base al karma. Sí, solo hay que comerse a aquellos que merezcan ser parte del menú.

En esta serie, todo personaje es caricaturizado, incluso el marido, interpretado por Timothy Olyphant, que busca la manera de complacer a su esposa en todo, incluso con esta dieta. Santa Clarita Diet puede ser vista como una perversión, una parida o un «ya no saben lo que inventarse». Y por ello, en ocasiones puede llegar a ser desternillante, aunque lo cierto es que es excesiva en todos sus aspectos.

Victor Fresno es el creador de esta producción, en la que Barrymore también es productora. La primera temporada cuenta con 13 capítulos de 30 minutos de duración, y la crítica no ha sido muy amable. Antes que una segunda temporada, esperemos que no dé ideas a ningún Lecter.