La cocinera y propietaria del restaurante La Salita de València, Begoña Rodrigo, asegura que los concursos de cocina en televisión «empezaron muy bien» pero algunos se han convertido en «reality show» con enfrentamientos que acaban por «banalizar» la profesión. Así lo manifestó ayer en el congreso internacional de redes sociales Comunica2.

Confiesa que no tiene «pudor» en mostrar su personalidad y carácter en sus cuentas en las redes, pero reconoce que tras ganar la primera edición del concurso Top Chef tuvo una temporada «en la que me mordía un poco más la lengua, porque llegaba a un público que no era la gente con la que yo solía interactuar».

En relación los concursos de cocina de televisión, a su juicio, «empezaron muy bien pero se están estropeando mucho», porque en España se tiene «la mala costumbre de convertir un talent show en un reality show, un Gran hermano», y se buscan «perfiles, enfrentamientos e historias», cuando los espectadores lo que quieren ver es gente cocinando y no estos espectáculos. Además, «hacen una presentación de la cocina con una banalidad que no refleja el esfuerzo que es ser un cocinero», y esto está llevando a muchos jóvenes a optar por la cocina o a trabajar en un restaurante buscando fama, «salir en la televisión», con un desconocimiento total de lo que este oficio conlleva de horas de trabajo y sacrificio.

Para Rodrigo es necesario un «cambio generacional de los críticos gastronómicos», ya que, aunque «ahora están un poco de suerte porque ha vuelto la cocina clásica reinventada», ha habido muchos años de mucha técnica en la que han estado «totalmente obsoletos, no tenían ni idea de lo que se estaba diciendo» y en algunos casos escriben al dictado de lo que cuenta el cocinero.

Sobre su último proyecto, el restaurante Nómada, que abrió en octubre en el centro comercial Bonaire de Valencia, asegura que está funcionando «fenomenal» después de un primer mes difícil. Rodrigo colabora también, desde 2015, con Scolarest, la división de educación de Eurest para la mejora del servicio que se presta en los comedores escolares de la Comunitat Valenciana, mediante la formación de cocineros para la preparación y presentación de platos y diseño de menús saludables, un contrato que le surgió tras su paso por Top Chef.

Según Rodrigo el precio que se paga en algunos colegios por un menú escolar es «infame», en algunos casos hasta diez veces más que su coste, y asegura que «con un precio razonable se puede comer un menú saludable». Además, recalca que los padres deben asumir también su responsabilidad de educar a los niños en buenos hábitos alimentarios desde casa.