En la XX Edición del Festival de Málaga de cine en español destacó la acogida del largometraje documental Sara Baras. Todas las voces. Un original viaje por el proceso creativo y la personalidad de la bailaora y coreógrafa a través de su último espectáculo; Voces. Emoción contendida de los espectadores durante la proyección, que explotó finalmente con una larga y merecida ovación cuando los títulos de crédito llenaron la pantalla.

Cierto es que la potencia artística y la indiscutible autenticidad de Sara Baras hacían intuir un documental cargado de sentimiento, de esencia, de ritmo, de esa explosión de sonido y color que tanto une a los mediterráneos. No era fácil contarlo en imágenes y lo consiguieron con un trabajo de montaje que roza la perfección.

El documental fue creciendo en intensidad al mismo ritmo que crecía el propio espectáculo Voces, desde el Puerto de Santa María hasta los más importantes teatros de París, Japón o Nueva York. Sara Baras cautiva con su arte, con su música, porque ella muy acertadamente se siente músico pero a los espectadores gracias a esta cinta nos hizo una envolvente definitiva, nos atrapó en un abrazo poético al dejarnos viajar con ella por su trayectoria, por su sensibilidad, por su humanidad.

Innovar sin perder la esencia, compartir sus aprendizajes a través de los maestros del flamenco y con esos estremecedores momentos junto a Tim Ries en el City Center consiguió que la película me hiciese sentir que estaba ante una poeta en Nueva York.

Mucho hay de Federico en Sara Baras, mucho de esa poesía auténtica, universal desde lo más sencillo. Un verso o un zapateado lírico es puro, tiene duende. Pudimos sentirlo gracias a esa mirada sensible, abierta por mediterránea de Rafa Molés y Pepe Andreu, que supieron absorberlo y plasmarlo en la pantalla. Pudimos sentirlo porque el productor, Kiko Martínez, intuyó que ahí había algo importante que contar.

Estoy convencida de que este largometraje, como la propia Sara Baras, no ha hecho más que empezar su viaje. No sólo en festivales o televisiones de ámbito nacional o internacional, porque estamos ante uno de esos documentales que cada año que pase irá creciendo paralelamente a la grandeza de su protagonista. Emocionando a diferentes espectadores, de diferentes culturas pero a los que les une el lenguaje universal de la esencia del arte.

Cuando terminó la proyección de Sara Baras. Todas las voces sentí, como diría García Lorca, un maravilloso «dolor lírico de cabeza» y la sensación de estar conociendo más a una mujer que, nadie discute, pasará a la historia de nuestra cultura. Siempre recordaré también, que fue una mirada valenciana la que lo hizo posible.