Los orígenes del festival de cine de Cannes se remontan a una Europa de entre guerras. El primer festival internacional de cine se organizó en Venecia, en el año 1932. En aquél entonces ya se sabía que el acontecimiento tenía mucho más que ver con rivalidades nacionalistas que con las películas en sí mismas. La Segunda Guerra Mundial se acercaba, y en Venecia se empezaban a favorecer las filmografías alemana e italiana.

En 1938 todo el mundo esperaba que La gran ilusión de Jean Renoir se llevara el gran premio, pero la Coppa Mussolini se fue íntegra para dos producciones «del eje». La alemana Olympia (de Leni Riefenstahl) y la italiana Luciano Serra pilota (de Goffredo Alessandrini). Los franceses se marcharos enfadados del festival, junto con los representantes británicos y estadounidenses, en protesta por la irrupción de la política en el arte.

De alguna forma, ese espíritu reivindicativo volvió a pasearse este fin de semana, en el que directores, actores y participantes quisieron recordar algunos de los conflictos actuales y la necesidad de la justicia.

Un mundo mejor»

El cineasta israelí Amos Gitai ha vuelto con un documental que da una nueva lectura sobre el conflicto político y religioso en su país, que ve «lleno de prejuicios». «Cada parte se está atrincherando en su postura (...) y nuestro rol como cineastas es hacer preguntas y facilitar el diálogo», explicó el realizador tras la presentación de la obra. El cineasta (Haifa, 1950) firma un documental que pretende «ir más allá del conflicto» y concienciar a la ciudadanía de que «no es suficiente con sentarte en tu salón y quejarte del Gobierno. Hay que asumir una responsabilidad individual», añadió este autor, que utiliza su cámara como arma.

Por otra parte, el actor y ex gobernador de California (Estados Unidos) Arnold Schwarzenegger prestó su voz y repercusión mediática al documental Wonders of the sea 3D (Maravillas del mar) para concienciar a la gente de la necesidad de proteger el planeta y de no esperar a que otros den el primer paso. «Dejarle un mundo mejor a la próxima generación es nuestra responsabilidad, no pensar solo en nosotros, sino en la comunidad. Nosotros le decimos a la gente mira (el océano), disfrútalo, y luego querrás protegerlo», señaló el actor.

La sorpresa fue para la producción del griego Yorgos Lanthimos, que revolucionó y conmocionó a la sala con The Killing of a Sacred Deer (El sacrificio del ciervo sagrado) , una historia provocadora, desafiante y aterradora protagonizada por Nicole Kidman y Colin Farrell. La película, sobre un cirujano acosado por un joven cuyo padre murió en la mesa de operaciones del médico, recibió grandes halagos y algunos abucheos. «En un principio, era una historia sobre la justicia y la naturaleza humana y fue derivando hacia un análisis de los comportamientos cuando se producen grandes dilemas», explicó el director.

Paco Roca en Cannes

Con respecto a España, la representación más aplaudida fue de animación, que se reinventa con esta aportación española. Lejos de los focos de la alfombra roja pero con la fuerza creativa del dibujo animado, la cinta Memorias de un hombre en pijama lleva el humor de Paco Roca al concurrido mercado de cine.

«Toda la animación, salvo tres o cuatro minutos, se ha hecho en España, con estudios de Cataluña, con equipos en Valencia, en Madrid y en Galicia», añade Fernández de Vigo, el director, quien recuerda la dificultad añadida de que «no quedan grandes equipos de 2D en España».

Esta nueva fórmula que combina la comedia romántica con el dibujo da muestras de la vitalidad de la animación, una rama en la que España es el segundo mayor productor de Europa y quinto del mundo, según el último informe del Observatorio Europeo del Audiovisual, publicado en 2015.