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Entrevista

Gran Wyoming: "Mi carrera nace de una total falta de ambición"

El presentador de «el intermedio» asegura respecto a Cataluña que «estamos en un callejón sin salida que no se ha producido al azar»

Gran Wyoming: "Mi carrera nace de una total falta de ambición"

P Es presentador en «El Intermedio», cuenta con varios libros publicados y también es músico con Los Insolventes y, sin embargo, tiene una cierta imagen de bohemio truhán y un poco vaguete, pero la realidad parece otra, trabaja un montón.

R A ver, un empleo es otra cosa. Es cuando uno dice, «oye necesito a alguien que me corte el césped» y otro dice «pues lo hago yo, que necesito dinero para comer». Pero eso no tiene mucho que ver con mi proyecto de vida. A ver si me explico bien, ¡es que me haces unas preguntas que no me sé!

P ¡Ah!, pues eso está muy bien.

R A ver, voy probando la respuesta: Lo que yo hago no tiene mucho que ver con un trabajo en el sentido de un proyecto que sirve exclusivamente para darte de comer, no, eso es otra cosa. Aunque hago un trabajo profesional, porque cobro por él, no es un empleo.

P ¿Entonces es usted un privilegiado o alguien que se lo ha currado mucho?

R Todo parte de una falta total de ambición. Estuve ocho años en un bar tocando con el Maestro Reverendo. Durante cuatro años sin salir del bar y otros cuatro alternándolo con otro local. Pero no fue duro. Eso es duro si la ambición te corroe y piensas, ¡joder!, llevo ocho años sin salir de este puto bar. Eso se puede convertir en una tortura, pero yo era muy feliz allí. Estaba muy contento de ser el artista de la casa, en verdad el único. Estoy seguro de que mucha gente hubiera vivido eso como un castigo. Yo no, yo lo recuerdo como una época muy feliz, sin dinero, pero muy feliz. Eso me permitió desarrollar un espacio en el escenario que, cuando me tocó presentar un programa, hizo que no estuviera nervioso. Como si un señor se pasa 400 años friendo huevos y un día lo contratan para eso.

P «El Intermedio» está «al rojo vivo», como reza el título de otro programa de la casa, por todo lo que está sucediendo en Cataluña.

R Quienes están en el gobierno han creado un problema que no existía. Todo estaba resuelto. La reforma del Estatut estaba aprobada en el Parlament, por las cortes españolas y aprobada con un referéndum legal. Aprobada en todos los órdenes. El PP, que previamente había montado una mayoría de miembros afines en el Constitucional, lo echó para atrás. Generó este problema que viene de atrás y está orquestado. Eso se suma a que tenemos una Constitución que se hizo en la Transición, que se aprobó para ese momento concreto y para que los militares no se enfadaran. Ahora se agarran a la Constitución como si fuesen los diez mandamientos y se niegan a revisarla. Y es mentira cuando dicen que «ya hablaremos». Estamos en un callejón sin salida que no se ha producido al azar, todo esto estaba muy bien programado y estratégicamente desarrollado: cambiando el Código Penal, cambiando la formación del Constitucional y el propio sentido de este tribunal para convertirlo en sancionador. Esto no es una cosa entre Rajoy y Puigdemont. Esto es una maniobra muy bien orquestada. El PP ha fabricado un problema que ya estaba resuelto.

P ¿Y lo que estamos viendo estos días también estaba orquestado?

R ¿Lo de enviar a la Guardia Civil y detener gente? Sí, estaba dentro del programa. Los independentistas catalanes, a su vez, han dicho: si dentro de la legalidad no tenemos cabida vamos a hacerlo por la ilegalidad. O se cambian las leyes... Que no haya referéndum no significa que eso se vaya a acabar, que la gente se va a ir a sus casas sin más. Para mí el responsable directo es quien ha creado el problema y el problema lo crearon aquellos que invalidaron el Estatut y que pusieron al Tribunal Constitucional a las órdenes del Gobierno del PP. Hace quince años, un hombre cuya identidad no puedo revelar, me dijo: la misión del partido Popular es copar el Tribunal Constitucional. En ello estaban empleados a machete y, efectivamente, lo consiguieron.

P Ha sido muy comentada la entrevista de «El Intermedio» a Manuela Carmena y a Ada Colau, dos mujeres que transmitieron un mensaje muy sensato frente a cierto exceso de testosterona política.

R La entrevista me gustó mucho, sobre todo porque dijeron que, si hay que optar por una vía, no debe ser la del enfrenamiento, que es la que, por lo visto, funciona para determinados intereses. La gran trampa, la gran mentira y la gran manipulación de todo esto es hablar de Rajoy y Puigdemont. No, no, no. Puigdemont no es un flautista de Hamelin que tiene engañados a ocho millones de catalanes, eso no va por ahí. Hay que hablar de toda esa gente que está en la calle, no de Puigdemont, y decir, bueno, qué salida le damos a esto. Al presidente del Gobierno de mi país tengo mucho que decirle al respecto. Lo primero es que ha fracasado estrepitosamente.

P Me decía el año pasado que el humor es una gran terapia para sobrevivir a la realidad que nos circunda, pero a veces parece que, sobre todo las redes sociales, convierten todo en chiste efímero, en meme, en un tuit gracioso que pasa de largo y no incita a la acción.

R Es una cuestión que no me preocupa. Estamos hablando de un espacio donde todo el mundo opina y habla, por lo que se van a ver desde salvajadas a insultos y amenazas y, por supuesto, muchas cosas buenas. Por mi circunstancia personal de famoso he optado por no participar en ningún tipo de red social. Ni Twitter ni Instagram ni Facebook… nada, absolutamente nada, ni ganas. Me pasa igual en la vida real: si estoy con mis amigos en un bar hablando no concibo que lleguen tres personas que no conozco y me digan «yo no estoy de acuerdo con lo que dices». No tengo ningún interés en debatir con toda España de todo. Llega uno a unas edades que ya no quiere perder el tiempo con lo obvio.

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