El avance de la tecnología ha «democratizado» el rodaje de cine de animación, haciéndolo accesible a «prácticamente cualquiera», pero le ha restado originalidad, hasta el punto de que ahora «el mayor reto es volver a introducir la personalidad del artista» en ese arte, defiende el animador Raúl García.

Este animador madrileño, con tres décadas de carrera, fue el primer español que trabajó con Disney, en clásicos modernos como La Bella y la Bestia, Aladdin, El Rey León, El Jorobado de Notre Dame, Hércules o Pocahontas, y ha hecho precisamente del afán de crear productos singulares uno de sus principales objetivos actuales.

Con motivo de su participación en el Festival Internacional de Animación, Videojuegos y Efectos Visuales de Las Palmas de Gran Canaria, «Animayo», Raúl García ha valorado las nuevas posibilidades que la informática ha abierto en su sector.

Ha rememorado que «cuando las películas se hacían en 2D, básicamente solo se podía hacer animación en grandes ciudades, donde se podía tener el equipo necesario, que era costoso, y donde se podía reunir a los profesionales que hacían falta».

«Ahora, con las computadoras, cualquiera puede tener acceso a programas que le permiten hacer animación, no ya solo en 3D, sino también, incluso, en 2D, porque el papel ya casi ni existe, se hace todo directamente en la pantalla, y contar además con un montón de profesionales que trabajan directamente desde sus casas», ha explicado.

Y ha valorado esa transformación que ha posibilitado que muchos creadores trabajen en ese tipo de cine al margen de «los grandes estudios» que en el pasado acaparaban el sector, al ser los únicos con medios suficientes para hacerlo.

Sin embargo, ha matizado que esos grandes estudios han mantenido su influencia en el sector, en la medida en que, «de alguna forma, han puesto el estándar de lo que se considera una producción de animación».

«Porque -ha proseguido-, cuando hacíamos animación en 2D, había diferentes estilos de los diferentes estudios y viendo un fotograma de una película podías saber perfectamente de qué estudio era, si era de Disney, de la Warner o de quién», en tanto que «ahora, con la animación 3D, todo es un poco más estándar y homogéneo, lo cual quiere decir que no hay esa distinción entre estudios, pero también que el reto está precisamente en eso, en dotar de personalidad a la obra».

Un propósito que, de hecho, ha guiado el desarrollo del trabajo más reciente del madrileño, el film Extraordinary tales, que ha llevado adelante con la productora Melón Digital, fundada por él mismo.