A Piatti, Parejo y Alcácer les debió gustar las sensaciones que experimentaron cuando le marcaron al Málaga hace quince días. Ayer repitieron para mantener al Valencia en lo alto de la tabla. El Valencia tiene gol, lo aprovecha y Mestalla, enloquecido, lo disfruta. La transformación del equipo es total y, en plena construcción, son los resultados los que fortalecen el proyecto. Los cimientos ya están puestos y, las tres líneas funcionan. En defensa Otamendi manda; en el centro del campo, Fuego es la proyección de Nuno mientras Parejo y Gomes son las manijas del equipo; y los jugadores ofensivos son un quebradero de cabeza para los defensas contrarios porque pocas veces perdonan. Ayer, el Valencia ganó cuando quiso ganar. El único lastre de la tarde: el gol desde el punto de penalti marcado por Sergio garcía tras un penalti hecho por Fuego.

Piatti abre el marcador

Hay jugadores que saben como nadie renacer de sus cenizas y reivindicarse con hechos y no con palabras. Uno de ellos es Pablo Piatti. El jugador, desde el silencio y avalado por su trabajo, se ha ganado el respeto de Nuno y el cariño de la grada. Cuando marcó el primero de la tarde, abrió los brazos, miró al cielo y se fundió en un abrazo con Rodrigo y Gomes, los otros dos jugadores que participaron en una jugada de tiralíneas: recuperación de André Gomes por el centro y, en la media luna cuando se le acercan los defensas, le pasa el balón a Rodrigo que llega a línea de fondo tras hacerse un autopase y se la entrega a Piatti para que el argentino abra el marcador. El Valencia, tal como figuraba en el diseño de partido de Nuno, se adelantaba en el marcador y trasladaba toda la presión al Espanyol que, asustado, se descomponía en defensa para dar mil y una facilidades a los jugadores más ofensivos del Valencia. A Rodrigo, Piatti y Alcácer, los pillos de Mestalla. Una superioridad que contrastaba con la posesión que tenía el Espanyol. Eso sí, infructuosa. Nuno, como ocurrió con el Málaga, tejió una telaraña para encerrar al Espanyol en la salida del balón y asfixiar al equipo de Sergio. Un rival que, además, cuando lograba respirar y mirar de cara a Diego Alves se topaba con Otamendi que abortaba cada una de las ocasiones.

Acomodados en el marcador, el Valencia pisó el freno al reanudarse el partido. Y fue decaer la intensidad y el Espanyol desperezarse. Y sirva para ello una jugada: una perdida de balón en el centro del campo de Parejo acabó en gol de Sergio garcía que Clos Gómez anuló por fuera de juego cuando la acción era legal. El miedo espoleó al Valencia que, fue recuperar la fluidez, y bombardear a Casilla. Y llegó el segundo.

Parejo, algo enmarañado y por momentos desubicado al toparse con Fuego y Gomes, recuperó un balón rechazado, avanzó con él unos metros y desde fuera del área, colocó la pelota en el palo derecho de Casilla. 2-0 . Pero faltaba el gol del ídolo de Mestalla. Alcácer, el internacional, no quería fallar a su cita con el gol y con inteligencia sentenció el partido cuando la grada, enloquecida, hacia la ola mexicana.

En tiempo añadido, una llegada del Espanyol acabó en un penalti de Javi Fuego sobre Sergio García que el catalán anotó.