El confuso proceso de venta del Valencia sufrió ayer un nuevo giro de tuerca. Por primera vez, Bankia salió al paso públicamente para explicar, punto por punto, las causas del desacuerdo existente con Peter Lim, que el miércoles por la noche retiró a su equipo de trabajo en España al asumir que el procedimiento está bloqueado.

Por lo expuesto por el banco y por fuentes de la Fundación Valencia CF, hay diferencias; aunque las dos partes insisten en que las negociaciones no están rotas y que continúa existiendo la firme voluntad de firmar. Lo que está claro es que el banco ha cambiado su posición. No va a quedarse en silencio. El máximo acreedor del club no aceptará más la política de hechos consolidados de Meriton, la empresa de Lim que negocia la compra del club. No va a permitir que el singapurense tenga libertad absoluta para gestionar la economía del Valencia, por el consiguiente riesgo de despatrimonializarlo. En otras palabras: quiere que el empresario asiático garantice la estabilidad financiera de la sociedad de Mestalla para así asegurarse el cobro de la multimillonaria deuda. Los mismos parámetros que se aplican sobre los clubes que están o han pasado por un proceso concursal para pagar a sus acreedores.

Cuatro puntos separan ahora a Bankia y a Lim de la firma definitiva para el traspaso de la mayoría accionarial del Valencia, anunciada el pasado 14 de agosto. Entonces, todo quedaba a expensas de la redacción del contrato. Un mes y cinco días después, los papeles continúan en blanco. No hay acuerdo sobre cómo se liquidará la deuda del club, el kilómetro cero del que parten todos los problemas.

El presidente del Valencia, Amadeo Salvo, contradice la postura de Bankia. No está de acuerdo en los cuatro puntos discordantes.

Para empezar, Bankia exige una limitación del endeudamiento del Valencia. Establecer unos topes de gastos que Lim no pueda sobrepasar, para evitar el peligro de una posible quiebra a medio o largo plazo. Sumar más números rojos en las cuentas del club supondría, lógicamente, un impedimento para que Bankia se garantizase el cobro de la deuda. Lim tampoco acepta la petición de la entidad bancaria de «repartir» parte de los beneficios en caso de vender la explotación del nuevo Mestalla. El banco quiere que Meriton vaya amortizando el débito, que se quedaría entorno a los 160 millones si finalmente acepta una quita de 56 millones. Al parecer, el singapurense quiere disponer de todo el dinero y decidir cuánto y cuándo debe reducir el club sus números rojos.

La gran discrepancia está en el préstamo de 100 millones (con un interés de Euribor + 2) que Lim da al Valencia. Según el banco, el magnate oriental propone recuperarlo todo en un plazo de 4 años. Bankia no está de acuerdo. Considera que al Valencia le da muchas facilidades en la refinanciación de su deuda (los 4 primeros años sólo pagaría intereses), mientras que Meriton obliga al club a realizar un gran esfuerzo en la devolución de ese crédito (pagaría en torno a 27 millones al año hasta 2019). Mientras, Bankia quiere un control de la gestión de los activos deportivos por parte de Meriton. Exige una garantía de que las arcas del Valencia no se verán afectadas por las interrelación entre Meriton y el club en la propiedad de los jugadores.