Este Valencia es juventud, seducción, ganas de comerse el mundo. Un equipo que como todos aquellos cuyo «once» se recita de memoria, tiene una identidad definida, que en su caso desborda y divierte con su constante capacidad de generar fútbol, con André Gomes, Paco Alcácer y un Rodrigo Moreno que manchó su buen partido autoexpulsándose en el exceso de fogosidad de dos faltas infantiles. A pesar de ese desliz, los de Nuno solventaron en Getafe por la vía rápida un envite con todas las señales de los partidos trampa. Sin euforias, siempre creciendo, firme en defensa y eléctrico en ataque, el Valencia suma adeptos y se consolida en la incipiente zona altael Valencia suma adeptos y se consolidaen la incipiente zona alta en la que marca el ritmo el Barcelona, aguanta el Sevilla y aguardan agazapados Madrid y Atlético.

No hubo que esperar para comprobar de nuevo, una semana más, la ambición del Valencia en un partido trufado de noticias constantes desde el primer minuto. El primer tanto fue un ejemplo del extraordinario tesón que aplica Paco Alcácer a un oficio que conoce muy bien, como el de goleador. El torrentino recibió el primer pase de André Gomes desde la medular, combinó de primeras con Rodrigo, que se la devolvió en profundidad, quizás demasiado larga. Tal vez fuera así en cualquier otro equipo con vicios internos, sueños satisfechos y con su inocencia saciada. Todo lo contrario que este emergente Valencia en el que todo es aventura. Paco peleó un balón imposible y se lanzó abajo con una furia más propia de un central para ganar el duelo a su marcador y sorprender a Guaita. El Coliseum descubría al jugadorazo que se perdió en un año de cesión.

El gol aceleró los tiempos del plan valencianista. Los de Nuno retrocedieron inteligentemente, apenas unos metros, y tendieron la trampa en la que cayó el Getafe para sentenciar el encuentro. Cada pérdida de balón en los locales ocasionaba un ataque naranja en tromba, con Parejo dirigiendo, combinándose velocidad y destreza en la toma de decisiones. También plasticidad, la que se apreció en el segundo gol, una acción colectiva que no se recordaba desde esa diablura de Pablito Aimar contra el Liverpool, aquella en la que celebró el gol echándose las manos a la cabeza. Rodrigo lo empezó todo con un control orientado de espaldas, protegiéndose de la embestida de Escudero, al que dejó atrás en un giro de 180 grados para cedérsela a André Gomes. El finísimo mediapunta luso trianguló al primer toque con Alcácer. Bastó para desarbolar el dispositivo defensivo. Gomes amagó ligeramente para tumbar a Guaita y definir a placer. Un golazo de inicio a fin.

Era muy pronto y el duelo estaba encarrilado. No lo digerió excesivamente bien el Getafe, que sólo había avisado con dos disparos lejanos de Lafita y optó por la brusquedad como respuesta ante la superioridad visitante. Patadas casi siempre gratuitas, en posiciones lejanas, enseñando los tacos. Sirvió para que el Valencia frenara su exhibición y para que jugadores como Rodrigo pecaran de juventud y bajaran al barro. El hispanobrasileño, del que Nuno vigila de cerca su cierta tendencia al despiste, vio la amarilla. Seguro que el técnico meditó sustituirlo, pero decidió «bancarlo» y acabaría pagándolo en el segundo acto.

El caso es que a base de la testiculina que reclamaba Cosmin Contra desde la banda, el dominio en la reanudación parecía que se decantaba hacia los azulones, aunque escasearon las ocasiones. Con la renta favorable el Valencia midió la gestión del juego y tampoco quiso arriesgar. Nuno retiró a Alcácer por Feghouli y Rodrigo se situó en punta. En su primera intervención el argelino fue zancadilleado por Naldo. Aunque exageró la caída, Undiano Mallenco pitó el penalti.

Rodrigo, único lunar

Rodrigo lo ejecutó pero, lejos de calmar su nerviosismo con su primer gol en Liga, se cobró la segunda amarilla apenas un minuto después con una incomprensible coz. Nuno, disgustado, reforzó el bloque con el debutante Filipe Augusto. Un descuido que no debe alterar la dinámica de este Valencia, llamado a ser, si no se tuerce, el gran agitador del torneo.