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Entrevista | Carlos Arroyo

"Según Hiddink, sólo me faltaba un coñac para ser el mejor"

Mestalla le recuerda como un futbolista especial: frío, pero muy selecto e inteligente. Aún así cada año parecía estar obligado a ganarse el puesto. Lloró el día que marcó su último gol, ante el Espanyol, con la Liga en juego. Hoy sigue vinculado al club desde el área técnica.

"Según Hiddink, sólo me faltaba un coñac para ser el mejor"

Llega de un equipo de Tercera, el Alcorcón, al Valencia en 1984. ¿Quién le recomendó?

Recuerdo que la gente se quedó con la llegada de Quique y la mía, que vino del Pegaso. Era una época de renovación en el club. Yo me quedé en el Mestalla hasta mitad de temporada hasta que en enero debuté con el primer equipo. ¿Quién me recomendó? Me vieron Buqué y Mestre. Después me dijeron que uno de ellos tenía familia por Alcorcón, y que les habían hablado de mí, que había un chico joven que destacaba.

¿Qué recuerda de su debut? Muchos le vieron como un clon de Roberto...

Fue contra el Betis. Fuí citado y creía que no iba a jugar, pero en el hotel el entrenador me dijo que iba a ser titular. Recuerdo que salté al campo con tensión, pero poco a poco cogí confianza. Jugamos bien y ganamos. Llevaba varios partidos muy bueno en el Mestalla y no me costó coger confianza.

Usted vivió completamente la transición del Valencia y se quedó 12 años en Mestalla.

Sí, en la siguiente temporada descendimos. Pero antes ya empezó a subir gente de la cantera, como Voro, Giner, Cuxart, Fenoll, Paco Ferrando.. llegó Bossio. De los pesos fuertes solo quedaban Subirats y Sempere. El resto se había ido.

Pero estaban Fernando, Roberto y Subirats... Arroyo tenía competencia.

Si, yo jugaba de media punta y había buenos jugadores para el centro del campo. Ahí estaba Roberto, que luego se fue al Barcelona el año del descenso, y por supuesto Fernando. También Subirats. Yo con Subirats me complementaba muy bien. Y con Bossio, que era el jefe.

Usted era un «8» muy específico, ¿no?

Bueno, yo jugaba también de media punta, pero también me colocaban en la banda. Fernando era es más específico de media punta, por sus características. Yo era más polivalente, la verdad.

¿De qué entrenador aprendió más?

Con quien más aprendí fue con Luis Aragonés. Y con Hiddink también. Su forma de trabajar, su la metodología holandesa de entrenar siempre con el balón. Decían que entrenábamos poco, pero no es cierto. Cada entrenamiento era como un partido, salías agotado, te jugabas el puesto. Pero el mejor entrenador que he tenido ha sido Luis Aragonés. Lo he dicho siempre. Un tío que imponía mucho, que sabía sacar el rendimiento máximo al equipo. Te exigía pero siempre estaba ahí con el jugador. Yo era su jugador número 12. Era el primer cambio que hacía. Era un tío mayor, pero muy actualizado.

Aquel Valencia de Hiddink cogió fama de jugar muy bien al fútbol

La gente no estaba acostumbrada en España a trabajar tanto con la pelota. La gente decía que si no hacíamos nada, cuando era todo muy exigente.

Daba la sensación de que usted siempre estaba obligado a ganarse el puesto...

Sí, cada año parecía que tenía que empezar de nuevo. Pero de las 12 temporadas hubo algunas en las que era de los tres jugadores con más minutos jugados. En una fuí segundo, sólo por detrás de Sempere. O era titular o solía ser era un recambio fijo.

Con tanto talento y elegancia, ¿qué le faltó a Arroyo para ser más «grande»?

Hiddink me decía que era el jugador más técnico del equipo, pero que necesitaba un impulso. 'Debería tomarse un coñac antes de salir al campo', me picaba siempre con eso. Es cierto que tenía técnica y visión de juego, pero me faltaba nervio y físico.

Al margen de su gol ante el Espanyol, ¿con qué momentos se queda?

Con muchos. Como el 0-1 en Barcelona después del descenso, nada más empezar la Liga. Y el año de Segunda que subimos con gente muy joven. Mestalla nos arropó mucho. Fueron momentos muy bonitos. Buff, he tenido que recuperar goles de internet. Como aquel en la Copa ante el Barça, nada más salir, en el último minuto. Pero el que mejor fue uno que marqué en Sevilla, después de regatear a varios defensas. También me quedo con uno a Buyo de vaselina muy bonito y otro al Celta.

Pero el del Espanyol fue el momento cumbre... Lloró.

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