Pocos esperaban el rendimiento que está dando Luciano Vietto en su primera temporada en la Liga. Veinte goles en los 42 partidos que ha disputado hasta el momento entre la competición liguera, la Copa y la Europa League. Y eso que últimamente no está tan acertado de cara a puerta por las rotaciones de su técnico o por la lesión de su socio Chéryshev. Unos números que hacen que no le falten pretendientes.

Uno de los equipos que iban tras el argentino era el Valencia, equipo al que se enfrenta hoy en Mestalla. El equipo blanquinegro incluyó una opción de tanteo sobre Vietto cuando fichó a De Paul, también exfutbolista de Racing. Pero cuando el Villarreal pujó por el punta, el Valencia no pudo igualar la oferta y Vietto acabó jugando en el «Submarino», donde su olfato goleador y juego combinativo le han convertido en uno de los jugadores franquicia del equipo.

Pero el rosarino vivió una situación completamente opuesta hace unos años que le hizo, incluso, reconsiderar su continuidad en el mundo del fútbol. Cuando Estudiantes le dejó sin ficha a los 15 años, se planteó volver a estudiar o trabajar en el concesionario de coches de segunda mano que tenía su padre. Sin embargo, su familia y su representante, Jorge Cyszterpiller, le animaron a conseguir su sueño de ser futbolista. A los 16 años, Vietto hizo una prueba con Racing y consiguió un hueco en la plantilla. Año y medio más tarde debutó. Con Simeone en el banquillo jugó sus primeros minutos como profesional ante Lanús. Meses más tarde, con Zubeldía como entrenador de la «Academia», hizo un hat-trick el primer día que fue titular, un partido que «nunca olvidaré».

Ni el más optimista podría imaginar una adaptación a Europa como la que ha tenido. Sobre su futuro, a pesar de ser una de las revelaciones de la temporada y tener una cláusula de rescisión relativamente baja, 20 millones de euros, el delantero asegura no pensar «más allá del Villarreal y de acabar bien la temporada. Luego ya se verá lo que es mejor para todos».