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El borde del área

Al-Ghandour

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No creo en los complots. Los árbitros saben lo que se juegan y con quien, y no es necesario llamarles a capítulo para recordarles obviedades. Entiendo el discurso del club alzando la voz en una maniobra más propia del fuego de artificio que de la efectividad. Aunque he de reconocer que me resulta muy curioso que con sólo 20 árbitros en Primera (entre 50 millones de españoles) resulte que dos sean hermanos (los Teixeira). Y aún me resulta más curioso que los dos que son hermanos, sean paisanos del presidente del Comité Técnico de los Árbitros (cántabros, como Victoriano Sánchez Arminio). Entiendo que es mucha casualidad que al mayor de los Teixeira (a Jose Antonio) se le subiera a Primera en el 2010 con 40 años, mientras se le decía a algún árbitro ese mismo verano que se la bajaba a segunda con 38 años «para rejuvenecer la edad media de los que pitan en primera». Incluso me parece el colmo de las casualidades que uno de los peores colegiados durante años, el asturiano Muñiz Fernández, fuera curiosamente el hijo de Muñiz Farpón. A la sazón, uno de los asistentes de Manuel Díaz Vega (director técnico del CTA) cuando pitaba en Primera.

Lo que sí son los árbitros es influenciables. Porque son humanos y no pueden abstraerse de los constantes mensajes que les llegan. Y saben qué hacer para no complicarse los más de 150.000 euros anuales que se llevan por pitar en primera (el año pasado Ayza Gámez expulsó a CR7 y descendió a Segunda). Y lo que sí que no me creo es que la misma prensa de Madrid que nos da lecciones de ecuanimidad a los periodistas «de provincias» cuando levantamos las voz por algo como lo de Teixeira, asegure una independencia en la que no creen cuando les interesa. Por ejemplo, cuando España cayó en el Mundial de Corea se dijo que el colegiado egipcio Al-Ghandour favoreció descaradamente al equipo local porque a FIFA le convenía. Ahí sí se podía pensar que los árbitros reciben consignas y son influenciables. Pero ¡ah, amigo!, como se te ocurra insinuar lo mismo en la Liga te salen con los mantras lanzados como dogmas de fe inmutables desde la capital «al final te dan y te quitan por igual» o «no van con mala fé, simplemente se equivocan». Los árbitros son influenciables y no hace falta recordarles con qué equipos es interesante quedar bien, y con que equipos no vas a sufrir si se produce el «error humano». O eso, o Al-Ghandour un día nos tendrá que devolver lo del 2002 en Corea. Aunque creo que ya se retiró...

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