Las derrotas nunca son dulces. Menos en el Camp Nou y con una plaza de Champions en juego. Si el Valencia hubiera tenido puntería sería hoy el equipo de moda en Europa, porque durante la primera parte le dio un auténtico baño al Barcelona, de los que hacen época, pese a ir con un gol en contra desde el primer minuto y desaprovechar un penalti que habría puesto justicia en el eléctronico.

Pero no se puede perdonar ante un rival de entidad, una lección que se debió aprender en el partido en Mestalla cuando el Barcelona se llevó la victoria en el último suspiro. Ayer hizo los dos en el primer lance y en el prostero. Un balance inmerecido, pues en los dos duelos los blanquinegros fueron superiores a los azulgranas. El fútbol ha sido doblemente injusto con el Valencia.

El temprano gol de Suárez fue un gran mazazo nada más arrancar la contienda. Messi se fue de Orban y asistió al uruguayo que se zafó de Otamendi para batir a Alves. Pero enseguida se compuso el equipo de Nuno. Siguió el guión ensayado, con una presión al centro del campo azulgrana, recuperaciones rápidas y contras con criterio. Rodrigo, muy activo, avisó con una jugada desde la izquierda que rozó el poste de Bravo. El Valencia era el amo y señor del partido. Parejo cogió la batuta y empezó a forzar la defensa barcelonesa al límite, hasta que Piqué hizo un penalti muy claro a Rodrigo.

Lo lanzó Parejo, muy mal, y lo atrapó Bravo. Se desperdició una ocasión única de poner en tablas un duelo que en diez minutos ya había tenido de todo. Nadie puso sestear. El equipo de Luis Enrique cogió aire pero por poco tiempo. El Valencia lo intentó a balón parado con una jugada ensayada. Parejo sacó a Feghouli, que se la devolvió para dar un pase medido que Otamendi cabeceó con peligro. Los de Nuno tenían el control. Luego Alcácer tuvo su primera ocasión, tras un pase al área pequeña de André Gomes.

El Barça estaba muy incomodo y buscaba alguna genialidad de Messi, que a punto estuvo de hacer el segundo de cabeza. Pero el Valencia creaba peligro en cada internada. Los azulgranas tenían que hacer faltas para frenar el vendaval blanquinegro. A la media hora Alcácer calló al Camp Nou con disparo desde fuera del área que se fue al poste izquierdo, cuando Bravo estaba batido. El ariete de Torrent volvió a intentarlo desde fuera del área y salió cerca del larguero.

El Barcelona se fue al descanso por delante, con una sola ocasión clara que fue gol, mientras el Valencia falló un penalti y le pasó por encima.

Gayà entró por Orban en la segunda parte, pero encontró un rival que se había recuperado del repaso del primer acto. Perdía menos la pelota, obligó a replegarse al Valencia. Se lo puso más difícil. Aunque se encontró con un muro, con un Otamendi sensacional y Mustafi muy seguro, más las aportaciones del omnipresente Javi Fuego. Messi estuvo muy vigilado.

Nuno hizo entrar a Cancelo por Feghouli, y el joven futbolista luso se puso a jugar de extremo por delante de Barragán. Pero el Barcelona dormía el partido a base de muchos toques, como en la mejor época de Guardiola. Negredo fue el último recurso. El madrileño armó una contra donde Rodrigo tuvo la mejor ocasión de la segunda parte con un tiro desde el punto del penalti que despejó Bravo. En el tramo final el Valencia buscó el empate con ahínco y el Barça quería sentenciar, pero los pupilos de Nuno estaban fundidos, al límite.

Cuando el duelo estaba en la prolongación, a Messi le cayó un balón en el centro del campo, se plantó ante Alves, que le aguantó el chut, pero el rechace le cayó a los pies y marcó. Mayor injusticia imposible. El Valencia salió derrotado por falta de puntería, pese a necesitar los puntos.