Una liga a seis partidos con el objetivo primordial de mantener la cuarta plaza, y si fuera posible, de llegar hasta la tercera (la previa de la ya no es la bicoca que solventaba el primer Valencia de principios de los 2000 cuando comenzaba a transitar por la Champions). Por tanto queda un sprint que va a comenzar de una manera alocada. Tres de las seis jornadas que restan para finalizar se van a jugar en siete días, y las otras tres se van a disputar en tres semanas; todo muy lógico... Justo en el momento decisivo y fundamental en el que vas a coronar la posición final en el campeonato toca pegar un acelerón contra natura porque los presidentes de los clubes (ojo, no confundir con los clubes) así lo aprobaron. De esa posición final depende el jugar o no Europa, si se hace en Champions o en la Europa League (la primera o la segunda división europea), si no juegas competición continental, o si te quedas en primera o te vas a segunda. Es decir, en muchos casos te juegas la vida, la supervivencia, la continuidad del club. Y todo ello haciendo equilibrismos en jornadas intersemanales (no hay mundial a final de año que apremie a finalizar rápido la liga), porque la inconsciencia de la Liga primero, y de los dirigentes después aprueban un calendario delirante.
La Liga primero, porque se ha empeñado en comenzar pronto los campeonatos y acabarlos pronto como si fuera la Premier o la Bundesliga (para lo que queremos, sí copiamos, para el reparto de los derechos de TV no nos fijamos tanto en lo que pasa en otros campeonatos). Alguien debería volver a recordarle a la Liga que esas ligas a las que pretende asemejarse (sólo en fechas) o tienen dos equipos menos que la liga española, lo que se traduce en cuatro jornadas menos o lo que es lo mismo, en un mes menos de competición (como la Bundesliga); o sí que juegan en Navidad, con el tradicional «boxing day» (como en la Premier). Y los dirigentes después, porque viendo año tras año que acaban aprobando calendarios que van en contra de sus propios intereses, uno llega a la conclusión que en esas reuniones de julio en la que se aprueba el calendario, si les ponen delante la declaración de culpabilidad de la muerte de Kennedy, la firman. Sin leerla, y sin titubear.
Al final lo paga el aficionado. Seguro que hay valencianistas que hubieran querido ir a Vallecas, pero la jornada intersemanal se lo va a poner complicado (no está el asunto como para pedir tardes libres en el trabajo).
Al final lo pagan todos, menos los que aprueban el calendario en verano. Así está el patio.
