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Entrevista | Carlos Pereira

"Paré el último penalti sin saber que era el decisivo"

Aquella noche de 1980 llevó al Valencia a su techo europeo (Recopa) con una actuación estelar ante el Arsenal

"Paré el último penalti sin saber que era el decisivo"

¿Recuerda el nombre de los lanzadores de aquellos dos penaltis del Arsenal?

Claro, eran Brady y Rix. Me lancé a la izquierda las dos veces porque es el sitio por donde suelen tirarlos los zurdos. Normalmente, los zurdos lo lanzaban a su derecha para asegurarse más el tiro. Antes nadie hacía amagos. También tenías que «ayudarles» para que lo tiraran por ahí. Los porteros siempre hacemos algo, porque un penalti bien lanzado es gol seguro. Iban bien, por abajo y hacia el palo, pero me tiré bien.

¿Ha visto muchas veces aquella final de Heysel?

La tengo grabada, pero sólo le he visto una vez y fue porque un primo mío se empeñó. No soy una persona especialmente obsesionada con el pasado. De hecho, apenas tengo alguna foto de aquel día.

¿Cómo dice? Aquel día usted pasó a la lista de héroes de la historia del Valencia CF.

Sí, y entiendo que pasé a los libros del Valencia por aquel día, porque el fútbol es así y es lógico. Pero mis recuerdos del Valencia son más globales, porque fueron años maravillosos, donde me sentí muy querido. Ya había parado varios penaltis y vivido buenos momentos. El recuerdo más bonito que tengo es el de la afición. Te pide mucho, porque vas ganando 4-0 y si no metes un gol pronto te están cuestionando, pero te ayudan. A mí, personalmente, me aplaudían mucho una vez empecé a jugar con asiduidad.

Volvamos a Heysel. ¿Qué recuerda de aquella noche?

Fue un «peñazo» de partido, sin ocasiones, nos teníamos miedo. Sabíamos que el menor fallo nos podía condenar, éramos muy conscientes de lo que nos jugábamos. El que metía gol ganaba, Y al final empatamos, fuimos a los penaltis y ahí es a suertes. Ganas, pero da pena ver al rival llorando. Rix, por ejemplo, me hizo una especie de broma diciéndome que me lo iba a tirar a un lado para distraerme. Y aún así a mí me quedó un sabor agridulce por ver a los futbolistas del Arsenal derrumbados...

Cuando usted para el último lanzamiento, el de la victoria, se queda parado. ¿No sabía que era el decisivo?

En ese momento me quedé dudando (sonríe). Mira, no sabíamos inglés, había estado hablando con Jennings (portero del Arsenal) y con el árbitro, un checoslovaco, a los que les preguntabas qué hora es y yo entendía que hace un tiempo muy bueno. Antes de empezar, les pregunté si había que lanzar una segunda tanda completa y no entendía la respuesta. Cuando hice esa parada, me levanté y vi que venía todo el mundo a por mí. Entonces lo supe, claro.

El Valencia se ganó el respeto de Europa con aquella excelente Recopa, ¿verdad?

Jugamos un torneo redondo. Hay que tener en cuenta que jugar en Europa en aquella época era terrible para los españoles. Salíamos como acomplejados, como cuando un equipo de media tabla va al Bernabéu o al Camp Nou. Eso empezó a cambiar. Recuerdo el 4-0 al Nantes, con un Kempes exquisito, o los partidazos en Glasgow y en Barcelona. Di Stéfano revolucionó al equipo con Pablo, que hizo un partidazo en Ibrox Park, y Subirats. ¡Qué equipazo!

Pereira jugó la Recopa, pero durante aquellas temporadas no había un fijo en la portería...

No, había muchos cambios, Cuando llegué, en el 74, estaban Balaguer, Basauri, Cota y Marro, el suplente de Iríbar. Más adelante llegaron Sempere y Manzanedo y nos alternábamos mucho. Di Stéfano decidió un año que cada dos partidos jugase un portero.

Cinco temporadas en el Valencia, pero le costó entrar en el equipo...

Empecé con mal pie. Heriberto Herrera me hizo debutar en el Camp Nou y perdimos 5-3. Y en la siguiente temporada tuve un problema bastante grave. Tuve que dejar el fútbol porque tenía un derrame pleural, no se supo por qué. Estaba débil y tenía fiebre. Me vine para Galicia, estuve recuperándome y el médico me dijo que tenía que estar un año en blanco. Me recuperé en cuatro o cinco meses. Me perdí el resto de la temporada. Pero llegué recuperado y fuerte para ir a la pretemporada y me dejaron en Valencia. Aquello fue un golpe muy duro, al quedarme solo en casa y con la ilusión que traía. Ahí es donde me dejé la barba como protesta. Nadie me dio explicaciones.

Aquellos años pasaron muchos entrenadores. ¿Cuál le dejó mejor recuerdo?

Sí, algunos buenos y otros malos. Tuve a Ciric, Herrera, Marcel Domingo, Di Stéfano. Algunos no estuvieron a la altura. Heriberto era un fenómeno, por ejemplo, pero no era simpático. Y si a los directivos no les bailas el agua, no cuadras. Con el equipo bien, lo tiraron.

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