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Al nord magnètic

Valencia no es Pittsburgh

Valencia no es Pittsburgh

Pittsburgh pertenece al estado de Pensilvania en Estados Unidos. Es más pequeña que Valencia y por la crisis de los 70 y 80 tuvo que reinventarse. De la industria del acero se pasó a la médica, con la instalación de famosas empresas farmacéuticas, hospitales especializados y aseguradoras médicas. También al ketchup. Pero cuando en Estados Unidos dices que eres de Pittsburgh automáticamente te hablan de los Steelers, del equipo de fútbol americano. En pleno proceso de transformación del poder económico y financiero de la ciudad y su área metropolitana llegaron multitud de ofertas para llevarse a otro estado los clubes deportivos de elite. Básicamente, los Steelers, los Pirates de béisbol y los Pinguins de hockey hielo. Los tres necesitaban un nuevo estadio y buen empujón económico y sus dueños ya estaban cansados de «ponerlos». El famoso 3 River Stadium estaba obsoleto. Entonces se diseñaron dos planes para recaudar. El primero fue someter a los ciudadanos a un referéndum, en una parte del estado, para que decidieran si querían que se subieran los impuestos un 0,5%. Decidieron que «no». El segundo, o plan b, es el que sí salió. El gobierno local aprobó un decreto para la aplicación de unas tasas especiales para todas las actividades de ocio, entretenimiento y deportes. El denominado «amusement tax», que apenas tenía gran incidencia sobre los bolsillos de los ciudadanos. Con todo ello, el gobierno aportó una ayuda a los tres clubes para que construyeran dos estadios y un pabellón. Un 50% el estado y el otro 50% capital privado aproximadamente y compartir la propiedad. Hay más ejemplos como la aplicación de otra famosa tasa «rental car tax», los coches de alquiler en Tampa (Florida) y destinar el dinero recaudado a la construcción de un nuevo estadio para los Tampa Bay Buccaneers.

En Europa, una ciudad importante cuenta, normalmente, con un equipo de fútbol y su estadio. Estoy seguro que, sin el ambiente de desconfianza que hoy en día tiene la ciudadanía con la clase política, se podría tener en cuenta estos sistemas de financiación para acabar el nuevo Mestalla. Se necesitan unos 140 millones de euros para finalizar las obras. Es difícil pensar que sólo una entidad como el Valencia, es decir Peter Lim, pueda hacer frente a semejante desembolso. Los beneficios que pueden reportar a la ciudad un gran estadio y un gran equipo lo saben hasta en Estados Unidos. El fútbol es un motor económico. Empecemos de cero.

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