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Off the record

17-2

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Amadeo Salvo, Aurelio Martínez, Mateo Castellà, Salvador Belda, José Luis Zaragosí, Francisco Blasco, Blas Madrigal, Fernando Giner, Vicente Muñoz, Salvador Navarro, Rafael Ripoll, José Enrique Silla, Lluís Martí, Isidro López, Alberto Peñín, José Viña y Héctor Villalba. Recuerden sus nombres. Deberían memorizarlos. ¿Les ha parecido una atrocidad el fichaje de Rodrigo Caio? ¿Sufren en silencio con las orinadas que reciben las operaciones pergeñadas por Rufete? ¿Han descubierto „varios meses tarde, eso sí„ que la bondad «fantáshtica» de Nuno es de cartón? ¿Están en contra del poder que ha adquirido Mendes „menos mal que no pintaba nada, Amadeo„ en el Valencia? Pues ya lo saben. Y, si no, aquí estamos los de siempre para recordárselo. Alguien tiene que hacerlo. Más de lo que nos han insultado ya va a ser imposible que nos digan. Ellos son los responsables. Los diecisiete. Unos, por liderar el tongo de la vergüenza. Otros, la mayoría, por lavarse las manos, por mirar hacia otro lado. Ahora que no lo nieguen. Que a ninguno se le ocurra culpar al empedrado. Ni maldecir en singapurés. Porque, en aquellos meses de mítines verdosos, soflamas populistas y tanto hashtag sonrojante, más de uno y más de dos confesaba en privado que el proceso de venta era una mentira, una patraña concebida para que ganara el favorito del presidente. Y así fue. Pero no tuvieron redaños para votar en contra o, en su defecto, marcharse a casa. Cuando Amadeo Salvo levantaba la voz en las reuniones, todos agachaban las orejas y pegaban la cabotà. Tras la votación, los diecisiete se hicieron la foto tan pimpantes. Papelón. El tiempo les juzgará. Para bien o para mal.

Seguro que recuerdan la cumbre del consenso que tuvo lugar hace una semana en las entrañas de la Ciudad Deportiva de Paterna. No sé exactamente quién fue el responsable de filtrar a la Valencia periodística toda esa milonga del tono cordial de la reunión, la importancia del trabajo en equipo y los cuatro pilares del futuro, aunque lo intuyo. Pero el que largó debe ser el mismo que el viernes se enteró del fichaje de Caio vía twitter. Hace un par de semanas les escribía sobre los milagrosos despertares de aquellos que ahora descubren la impostura del señor que ocupa el banquillo del primer equipo. El milagro tuvo una secuela el viernes. Títere, falso, mal tipo, traidor? Nuno recibió (des)calificativos de todo pelaje por parte de los mismos que aplaudían a palma batiente su ampliación de contrato hasta 2018. En aquel momento, los que advertíamos de la gravedad de la maniobra éramos infieles, antivalencianistas, zolotayos, llorentistas o cerberianos, según conviniera. Y qué quieren que les diga. Sigo pensando que la decisión de regalarle tres años a Espirito Santo es bastante más censurable que firmar al prometedor stopper brasileño. Por mucho que el Atlético de Madrid descartara su fichaje hace unos días.

Ahora muchos se quejan amargamente de los métodos empleados por Peter Lim: «no puede tratar así a los trabajadores», «esas no son formas de dirigir un club», «para tener a Rufete así, que lo tire». Puedo imaginar la sorpresa del magnate al recibir en Singapur el resumen de prensa y redes sociales procedente de Valencia. «Pero, ¿estos no son los mismos que exhibían pancartas dándome la bienvenida y firmaban editoriales glorificando la venta?». Un tongo mayúsculo del que no hace ni un año. Amadeo Salvo, Aurelio Martínez, Mateo Castellà, Salvador Belda, J. Luis Zaragosí, Francisco Blasco, Blas Madrigal, Fernando Giner, Vicente Muñoz, Salvador Navarro, Rafael Ripoll, José Enrique Silla, Lluís Martí, Isidro López, Alberto Peñín, José Viña y Héctor Villalba. Recuerden sus nombres.

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