Medio centenar de aficionados esperaron a que Amadeo Salvo saliera anoche de la sede del Valencia para demostrarle, por última vez, su cariño y dedicación al club durante los últimos dos años. Salvo, emocionado, agradecía el gesto llevándose la mano al pecho. Minutos antes, estos mismos aficionados, habían vitoreado al empresario con gritos de «presidente, presidente», mientras éste recorría los escasos veinte metros que separan la puerta del palco vip de Mestalla de la puerta principal del edificio social. Tras el ya expresidente, sus escuderos y varios familiares. Porque Amadeo Salvo, que anoche dejó aflorar su lado más sentimental, necesitaba el apoyo de sus más próximos.

Salvo desveló, en su despedida, que el motivo principal que le obligaba a dejar el cargo era la enfermedad de su padre. Confesó que sufre un cáncer y que para la familia «es un tema muy difícil». Fue, en ese instante, cuando al temperamental ejecutivo se le enrojecieron los ojos, se empequeñeció y los nervios afloraron. A su izquierda, con la mirada al frente, Layhoon Chan atendía las explicaciones que escuchaba a través de unos cascos ya que aún no entiende el castellano. Con traje azul marino, camisa blanca y corbata azul, Salvo sostenía con fuerza la base del micrófono a modo de parapeto. Estaba nervioso y su voz temblorosa lo delataba. «A nivel personal éste es un momento complicado. Es un tema que, además, afecta a mi empresa», incidía tras apuntar que Peter Lim le había dado «plena libertad» para poder combinar sus tareas en el club con sus necesidades personales. Pero justificó que él es de los que piensa que «no tiene sentido continuar cuando no se está al cien por cien». «Esta es una situación difícil para mi. Cuando dejas algo y te duele es porque ha valido la pena. Ser presidente ha sido algo maravilloso», calificaba mientras entrecruzaba las manos y sus ojos vidriosos evidenciaban su estado anímico. «Me voy feliz pero con dolor», se sinceraba. Ante él, en la primera fila de la sala de prensa, los miembros del consejo asesor , varios ejecutivos y sus colaboradores más cercanos. El consejero Manolo Peris, al que Salvo agradeció su «lealtad» y definió como un «amigo», sin duda, era el más emocionado.

El Amadeo Salvo más vitalista y guerrero salió a la luz en el turno de preguntas. Ahí sacó la rabia contenida y, envalentonado, defendió los logros conseguidos así como su actuación en el proceso de venta. «Si lo volviera hacer cien veces lo haría las cien veces igual pero no por Meriton sino porque era lo mejor para el Valencia, estamos en buenas manos».

Tras declararse valencianista «de toda la vida», el expresidente fue incapaz de señalar qué había sido lo mejor de su etapa al frente del club porque, dijo, «del Valencia no te puedes llevar nada malo»y dejó la puerta entreabierta para el regreso porque «las circunstancias son las que hablan». En su adiós pidió a la afición «empujar» porque, dijo «no existe el Valencia sin valencianistas. Yo siempre estaré en Mestalla».