Lo tuvo fácil el Valencia CF en este bolo de apertura de la gira por centroeuropa. No se puede decir que el modesto Wiener SK, equipo de la tercera división austríaca llegase al enfrentamiento con los galones para suponer una piedra de toque, la primera, para un Valencia de Champions, pero sí hay motivos para estar satisfecho porque quienes han fabricado los goles, han sido quienes debían hacerlo. Rodrigo, que abría la lata, y Negredo, con un tono físico que le imprime una mayor agilidad, se reencontraban con esa faceta característica del delantero.

Pero sobre todo, cabe destacar el provechoso debut de Santi Mina, que arrancaba su cuenta particular con un bello tanto en la escasa media hora que ha disputado el joven delantero vigués. Un encuentro al que le ha faltado ritmo, sobre todo en la segunda parte, pero que en cualquier caso, se podría haber redondeado con una manita de no haber sido por la falta de acierto tanto de cara a portería como en el último pase.

Nuno ha decidido alinear prácticamente a su once de gala, a falta de Paco Alcácer y los lesionados Alves y André Gomes. La artillería valencianista estaba llamada a derrumbar a un limitado Wiener SK, que no podía hacer demasiado ante el dominio valencianista del esférico. Un Valencia a ratos pausado, espectante. Pero en ocasiones también vertigionoso a la hora de buscar la portería con pases al hueco que se veían posibilitados por la falta de madurez defensiva de los austríacos. Así, en un momento de desconcentración rival, llegaba el primero. Lo hacía Rodrigo a pase de Negredo. El hispano brasileño aprovechaba la asistencia para meter un chut con rosca hacia afuera con la zurda desde la parte derecha del área que dejaba al meta rival sin opciones y haciendo la estatua. Poco después llegaba el segundo gracias a un remate de Negredo tras un centro de Gayá al área pequeña. El portero trató de impedirlo pero un error al blocar la pelota concedía al delantero vallecano una segunda oportunidad tras un remate marrado. La empuja, gol.

Tras el segundo tanto valencianista, el conjunto de Nuno vivía un momento de relax, y cuando parecía que el Wiener se aproximaba a los dominios de Yoel, nunca generando demasiada inquietud, llegaba el tercero. Esta vez la jugada la había iniciado Barragán desde su posición, metiendo un balón en profundidad para Parejo, ubicado en banda, que sólo tuvo que levantar la cabeza para ver al de Pedreguer solo en el punto de penalti, mientras la defensa austríaca únicamente miraba a Negredo. Gayá se encontraba con un centro medido a media altura del centrocampista del Valencia para empalmar con el interior para acomodar el tercer gol dentro de la red.

Con el tercer tanto del Valencia, llegaron minutos de cierta pasividad en ataque, aunque en defensa, siempre con permiso del nivel del Wiener SK, hubo algunas acciones destacables por parte de Orban. El argentino demostró que pese a la falta de ritmo, es rápido y contundente en el corte cuando el momento lo requiere. Y así ocurrió en un par de contras de los austríacos, que solventó sin mayores complicaciones. Así, y con dos acciones aisladas en las que Negredo tuvo la sentencia, se llegaba al descanso.

El segundo tiempo comenzaba con un cambio radical de caras, aunque no veríamos ni a Piatti ni a Bakkali. Del primero, según el club, porque arrastraba molestias, y el joven belga, se quedaba en el banquillo por decisión técnica. Salía al campo un once totalmente renovado y plagado de canteranos. También Fede Cartabia, que estuvo muy participativo y quizás excesivamente voluntarioso sobre todo en las primeras acciones de la segunda parte, y Santi Mina, que era el encargado de hacer el cuarto gol tras un magnífico pase al espacio que se inventó el argentino. Mina, que caía a la parte izquierda del área grande, se acomodaba el balón a la pierna derecha y cruzaba un disparo colocado y con rosca al palo largo del portero. Más allá del cuarto gol y las acciones de Santi Mina, que aunque pocas, ya se le veían detalles, el ritmo del partido decayó.

Hacia el minuto 75 eran sustituidos Cartabia y Mina, y se hacía patente el bajón de intensidad. Un Valencia menos cuajado llegaba al final de un partido que se volvía por momentos bronco, trabado y con múltiples interrupciones. Una de ellas provocada por la única entrada fuera de tono en todo el partido, protagonizada por Carlos Akapo, que se llevaba con la primera y única amarilla del encuentro. Victoria fácil, lo esperado, y ojalá aprovechable de cara al tempranero inicio de la 2015-2016.