La incorporación de Zakkaria Bakkali y Mathew Ryan a la primera plantilla del Valencia CF supone añadir dos nuevas banderas a la particular Sociedad de las Naciones de la historia del club de Mestalla. Las de Bélgica y la de Australia, lo que elevan a 37 el número de países que han aportado futbolistas nativos a las filas albinegras.

A día de hoy, un total de 148 futbolistas no españoles han disputado algún partido oficial en el Valencia CF. Bakkali y Ryan aún no han debutado y serán los próximos que se incorporen junto con Danilo. A lo largo de ya casi cien años de historia, estos jugadores han acabado por escribir renglones de la más variopinta calidad.

Para confeccionar la tabla había algunos aspectos a considerar. Por una parte, se han descartado cuatro jugadores. Al contrario que el excelente trabajo que siempre realiza, en este sentido, Histoche, no se puede considerar foráneos a Álvaro Cervera y José Luis Romero, puesto que, cuando ambos nacieron, Guinea Ecuatorial y Sidi Ifni formaban parte del territorio español, con lo que nacieron españoles.

Del mismo modo, se ha evitado la condición de «alemán» de Quique Medina y Curro Torres „en este caso, tampoco lo considera así la web estadística de ciberché„.

Quedaba la duda de otros dos jugadores, pero consta que nacieron en el extranjero y tardaron un poco más en regresar por mor de la emigración. Por ello, sí que consideraremos chileno y argentino, respectivamente, a Higinio Ortúzar y Guillermo Villagrá.

«Yugoslavos» y «soviéticos»

Por otra parte, y en evitación de conflictos de denominación, se considera a los jugadores nacidos en Yugoslavia y la Unión Soviética con su actual nacionalidad, puesto que, precisamente, durante su carrera deportiva es cuando se produjo la fragmentación de ambas repúblicas. Esto afecta a los Zahovic, Vlaovic, Mijatovic, Zigic, Djukic, Salenko o Karpin, adscritos a Eslovenia, Croacia, Montenegro, Serbia, Rusia y Estonia aunque nacieran yugoslavos y soviéticos.

Una vez consideradas estas puntualizaciones, pasamos a las conclusiones. La primera y principal: que Argentina es el país que se lleva la palma en producto exportado. Con bastante diferencia, fue el viveros que más trillaron los diferentes presidentes y secretarios técnicos. Hay auténticos mitos de la historia valencianista como Kempes, Ayala, Valdez, Piojo López... y otros que pasaron con más pena que gloria, como Gago o Chori Domínguez. Argentina es el país suramericano con más afinidad con España, lo que propició que no pocos de ellos llegaran con la condición de «oriundos». Esto, unido a su indudable calidad futbolística del país, propició el envío masivo de futbolistas.

Y además, en todas las épocas en que estaba permitido fichar jugadores extranjeros, que no fueron todas. Lo mismo sucede con Brasil, que dejó desde pronto a algunos jugadores históricos (Waldo, Walter, Chicao...) hasta el presente más reciente, como Diego Alves y el aún inédito oficialmente Danilo.

Pero hay países que han tenido una notable presencia casi como una moda. Es la que se vive en los últimos años con los futbolistas portugueses, o en su momento con los rumanos (salvo Belodedici, los demás llegaron de corrido: los dos Ilie, Popescu y Serban) o los suecos Schwarz y Björklund.

Los europeos son, en su gran mayoría, producto de las dos últimas décadas, después que la sentencia Bosman permitiera el libre tránsito de éstos. Hasta ese momento, sólo se habían dado casos muy puntuales, como los de los holandeses Wilkes y Rep, el alemán Bonhof, los austríacos Welzl y Jara o el danés Arnesen.

El paraguayo se atraganta

En el continente americano queda probada la rentabilidad del argentino que, en líneas generales, ha rendido bastante bien. Todo lo contrario que el paraguayo. El país guaraní es el tercero con más presencia hasta el momento, pero, por regla general, sus jugadores tuvieron una presencia muy escasa, cuando no ínfima. El que más partidos disputó fue el defensa setentero Aníbal. Pero, después de Diarte, el resto pasa muy desapercibido. Son los casos de Cabral, Vicente Jara, Nelson Valdez u Orlando Giménez. Por no hablar del peculiar dúo que, en los años setenta, llegó de una tacada y casi no jugaron: Ocampos y Lleida. Resulta menor en número la aportación uruguaya. Es mejor en calidad, pero muy lejos de los argentinos. Con Héctor Núñez, Morena y Bossio como los más destacados.

A partir de ahí, el número de presencias pasa a ser testimonial. Los hay que no han pasado precisamente a la historia, como Colombia (con Aristizábal y Pabón), Perú (Chemo del Solar) o el único asiático, Turquía (con Topal).

Canteranos y a prueba

Hay más jugadores foráneos que han vestido la camiseta del Valencia CF, pero aquí nos estamos refiriendo a los que disputaron partidos oficiales (liga, copa, competiciones europeas y supercopas). No se incluyen amistosos o torneos regionales, que aumentarían la lista, pero de forma artificial. Porque ahí encontraríamos a invitados en amistosos „a los que luego nos referiremos„ y canteranos, especialmente ahora que el filial acoge futbolistas de cualquier país. Incluso hay jugadores que estaban a prueba o que se descubrió demasiado tarde que eran muy malos. Así, no incluimos en la lista al noruego Olsen, el argentino Seoane, el chileno Catafau, el danés Granlund, los cameruneses Leuko, Cedrik y Pierrik, el hondureño Choco Lozano, el portugués Edgar Caseiro, el holandés Kaak, el francés Nico Karmaloff o incluso aquel Nacho González que pasó por innumerables cesiones sin llegar a estrenarse en partido oficial.

Lo cierto es que el estreno de jugadores foráneos en el Valencia CF es variopinto. El primero que lo hizo no cuenta: es el guardameta húngaro del FC Barcelona Platko, que actuó en un partido amistoso de 1923 reforzando la portería valencianista ante el Cracovia (y dejándola a cero). Es el mismo motivo por el que no se incluyen a René Petit, Di Stéfano, Evaristo, Kocksis, Kubala, Vavá, Didí, Caniggia o Latorre, que también actuaron como invitados en diferentes partidos.

Si los primeros clubes de fútbol españoles alinearon, a primeros del siglo XX, numerosos jugadores británicos (incluyendo al Athletic de Bilbao) que venían a ser los que conocían el intríngulis de este deporte novedoso que se juega a patadas, la casualidad hace que el Valencia también se estrenara con un ciudadano del Reino Unido, aunque fuera ya a finales de los años veinte. Se trata de Manuel Imossi, un tosco y corajudo futbolista nacido en Gibraltar, que debutó en la Copa del Rey y en Segunda División la primera temporada (28-29) que nacía la liga de fútbol español.

Acht, el «resfriado»

El siguiente sería el hispano-argentino Guillermo Villagrá y completaría el podio cronológico otro caso extraño: el guardameta, también húngaro como Platko, Janos Acht, que estuvo tan sólo media temporada, disputando dos amistosos y un partido de liga en Sevilla, donde se izo la chunga correspondiente de si estaba resfriado, teniendo en cuenta su peculiar apellido. Sería el único guardameta no español bajo los palos valencianistas hasta la llegada en 1999 de Gustavo Campagnuolo, que no mejoró especialmente al magiar.

Carboni, el más longevo

Cuanto más años está un futbolista en un determinado club, se supone que más rentable y más huella ha dejado. Con todo, no se pueden establecer comparaciones exactas por los partidos jugados: los futbolistas actuales disputan al año más encuentros oficiales que los de hace una o dos generaciones. La Liga es más larga y la competición europea mucho más. Pero es verdad que la supremacía de Amedeo Carboni, con 351 partidos oficiales, corresponde también con un futbolista muy importante en la historia del club, que coincide con la mejor en resultados. El de Arezzo es el 15º más longevo de la historia del club, lejos, si se quiere, de los 554 partidos de Fernando, pero se retiró pisándole los talones a Subirats y Castellanos.

Queda muy cerca, con numerosos méritos y títulos el no menos legendario Waldo Machado. Otro sobresaliente, Fabián Ayala, arrebató el podio pese a su veteranía al icono valencianista por definición, Mario Kempes, que estuvo menos años de los que quizá podría haber jugado en Mestalla.

Entre los jugadores top en número de participaciones hay otros que se recuerdan con agrado y cuyo paso estuvo saldado con una gran rentabilidad, como Djukic, Valdez, Pellegrino, Penev, Claudio López... y otros que pasaron más desapercibidos: Ever Banega, Mathieu (éste, rentable en grado máximo si hablamos en términos económicos), Felman o Jonas.

Si vamos a la cola de la clasificación están los jugadores que disputaron una única temporada o incluso media. Con sensaciones encontradas. Resulta entrañable Rommel Fernández, todavía nos preguntamos cómo se escapó Anthony Reveillere, se ganó una liga con Ricardo Oliveira, fue honradísimo Seydou Keita y entusiasmó pese a su escasa presencia Rabah Madjer. Pero también nos olvidamos rápidamente de Fiore (y Corradi, claro), Postiga, Moriggi (la rueda de recambio de Valdano), Gago o Kluivert. Y en las presencias efímeras hay algunos que no lo hicieron mal del todo o que luego lo mejoraron bastante (Senderos, Miku) y algunas de las grandes «bacalaes» de la historia del club, como Romario, Aristizábal, Chicho Tavano, Marcelinho Carioca, Nico Olivera, Sabin Ilie, Campagnuolo o Thiago Carleto. Ahora, los nuevos empiezan su particular historia.