La eliminatoria que enfrentará al Valencia CF a partir del día 19 se las trae. Eliminar o no al Mónaco a doble partido supone mucho a todos los niveles. Socialmente, porque el despago sería enorme, empezarían las malas caras y Nuno empezaría la liga bajo mínimos. Deportivamente, porque el club quedaría irremediablemente condenado a la segunda división del fútbol, volviendo a ser arrinconado de la élite. Y económicamente por dos motivos: por los ingresos directos „no se ganará más por ganar la Liga Europa que por quedar apeados en la fase de grupos de la Champions„ y por la desvalorización que puede suponer en el mercado una plantilla que no juega con los mejores. Así que, para rentabilizar lo mejor posible el gol de Alcácer en aquella taquicárdica tarde en Almería, lo que hay que hacer es no pensar en otra cosa que en eliminar al representante francés.

Estas endiabladas eliminatorias previas se han ido encareciendo con el paso de los años. Sobre todo, después que la UEFA decidiera separar los enfrentamientos en dos grupos: los campeones de liga y los no campeones de liga. Con esto, lo que se ha conseguido es mantener el interés (y la audiencia televisiva) en más zonas del continente al precio de que algunos de los participantes en la fase de grupos no tenga credenciales suficientes.

Que Valencia o Mónaco se queden fuera y que, por contra, sí que la jueguen el Astana kazajo o el APOEL chipriota, por ejemplo, no tiene un pase más que el de la globalización de una competición que, en caso contrario, estaba convirtiéndose desde septiembre en un diálogo entre muy pocos países.

Antes era más fácil

Por eso, el Valencia CF se encuentra en esta ocasión con un rival mucho más complicado que en sus anteriores presencias en este «todo o nada». Porque el valencianismo ya se conoce este camino de sobra. Desde la primera vez que participó en la Champions. Pero aquellas eliminatorias no despertaban los recelos que actualmente. El Valencia CF, con diferentes jugadores y entrenadores, superó en su momento los compromisos con Hapoel Haifa, Tirol Innsbruck, Red Bull Salzburgo y Elfsborg.

Pifias de Mallorca y Sevilla

Más aún: superar la ronda es la norma casi absoluta en los equipos españoles. A lo largo de la historia, tan sólo se han registrado tres pifias. La más grande, seguramente, la primera, cuando el Mallorca fue eliminado por el modesto equipo noruego del Molde, cuyos jugadores acabaron al día siguiente en la playa celebrando un triunfo que ni ellos se creían y que el mallorquinismo sigue reprochando a su entonces técnico Mario Gómez. La siguiente eliminación española entra dentro de una lógica y eso que fue por muy poco. Pero Osasuna no pudo estrenarse con los mejores al caer en 2006 con el Hamburgo por el valor doble de los goles.

El último descalabro lo protagonizó el Sevilla hace cinco años cuando, en un partido de vuelta pésimo en el que Rodrigo Lima hizo un agujero de tres goles a los de Nervión, quedaron apeados a manos del Sporting de Braga.

Por si fuera poco para meter un poco de presión, los resultados indican que, salvo Osasuna, los equipos españoles que se han enfrentado a equipos de ligas grandes siempre han superado el escollo. El primero fue el Betis y precisamente al Mónaco, que dos años antes había sido subcampeón del torneo.

Después fue el Villarreal, que se deshizo brillantemente, con dos victorias, del Everton. El Atlético de Madrid apalizó al Schalke 04. Y, sobre todo, las dos últimas temporadas fueron muy meritorias, por la suficiencia con la que lo consiguieron, las victorias de Real Sociedad y Athletic Club sobre Olympique de Lyon y Nápoles, respectivamente, dos equipos muy del nivel del monegasco.