Cuando se sufre, el éxito sabe mejor. Y anoche, el Valencia sufrió. El abrazo de agradecimiento de Nuno a Feghouli „que al marcar miró al cielo y dijo «Alá es grande»„ al acabar el partido define la sensación general. El argelino, en el peor momento, salvó al Valencia; con su gol, el Valencia viajará más tranquilo a Mónaco. Allí, donde deberá ajustar algunas piezas para no naufragar, deberá cerrar la eliminatoria. El 3-1 la deja encarrilada pero el Mónaco demostró anoche que venderá cara su eliminación. Ayer, a pesar del resultado, el equipo de Nuno sufrió mucho. Demasiado. En todo un carrusel, el equipo hilvanó buenos con malos momentos, jugadas de tiralíneas con desajustes infantiles. Si es cierto que supo cómo atosigar al Mónaco, también se dejó envenenar por él. A Mónaco, el Valencia tendrá que ir a defender el 3-1.

Al Valencia, al contrario del Mónaco, le falta rodaje y en algunos momentos claridad de ideas. Tanto dentro como fuera del campo. Y Nuno, con sus cambios, así lo evidenció. En efectividad, eso sí, le equipo anda sobrado. Lo demostraron Rodrigo, Parejo y Feghouli. De cara gol no fallaron y eso es lo que cuenta.

El partido se puso muy pronto de cara. Rodrigo enloqueció al ver cómo la pelota traspasaba la línea de gol. Su sonrisa lo delataba. El de anoche no era un gol más. Era su reivindicación pública tras una aciaga temporada. El delantero, que el año pasado fue perdiendo poco a poco su protagonismo dentro del esquema de Nuno, sacaba anoche las uñas para defender su rol. Con una chispa diferente, sólo había pasado tres minutos, cuando empujó a la red un centro de Feghouli y abría el partido. El delantero, en el mejor de los escenarios, se reivindicaba.

El Valencia, en un inicio de alto voltaje, abría el marcador y con ello se desquitaba de la presión o ansiedad, acumulada por la trascendencia del partido. El mejor de los guiones diseñados por Nuno se estaba ejecutando. Con un centro del campo dubitativo „De Paul estaba demasiado separado de Parejo en la salida del balón„, fueron las bandas las que tomaron su protagonismo. El Valencia, en parte por los titubeos de la defensa del Mónaco, se instalaba en el área de Subasic. Pero, poco a poco e inconscientemente, el equipo se fue retrasando y eso permitió que el Mónaco empezara a dominar el partido. Sin intensidad, el equipo se deshilachó.

Ryan, el único de los nuevos que anoche jugaba de inicio, despejó un peligroso lanzamiento de Bernardo Silva, mientras el jovencísimo Martial volvía loca a la defensa del Valencia.

En el descanso, Nuno trató de recomponer las ideas, pero Pasalic las enfrió al instante al aprovechar el desajuste de la defensa para empatar el partido. Sin Otamendi, a la defensa le falta personalidad. El Valencia se congelaba. En una buena dejada de Piatti, que había entrado por De Paul, Parejo volvía a colocar por delante al equipo. Fue entonces cuando Nuno decidió reforzar al centro del campo con Javi Fuego. Y el equipo se desenvolvió mejor.

En un rechace desde fuera del área, Feghouli marcó el tercero y allanó el camino a la gloria.