Un punto siempre sabe a poco, sobre todo al principio, cuando todos salen igualado y no quieres distanciarte a la vuelta de la esquina. Tras un primer tiempo donde se debió dar un golpe encima de la mesa, Negredo tuvo el «gol» sobre la bocina, pero ahí apareció el gigante Toño para levantar el muro en la portería. No se pensó en la «final» del martes en Mónaco, pero los grandes acaban sumando de tres en tres partidos como el de Vallecas, para luego estar muy arriba.

Ir a Vallecas no es nada fácil, aunque hay días que acabas goleando. La propuesta valiente de Paco te obliga a esperar unos minutos para comprobar si van a tener el día o los errores van a allanarte el camino. Sin el cerebro de Parejo sobre el césped, el Valencia CF inclinó más su juego por la izquierda, buscando al velocista Piatti, al que Negredo veía por su rabillo del ojo cada vez que prolongaba el esférico de primeras de espaldas a la portería, pero el «Tiburón» cambió de objetivo cuando escuchó la respiración de Santi Mina al romper la defensa. Se movió con sigilo el gallego, pero Toño expuso su cuerpo para repeler a córner. Aún escuece el póker de goles que Mina le endosó al Rayo la temporada pasada, pero le faltó ejecutar bien para firmar un estreno „era su debut„ bien dulce.

A pesar del lavado de cara que le dio Nuno al once titular, el Valencia CF evidenció que tiene un estilo de juego bien definido con independencia de qué hombres sean los elegidos. Los dos equipos se pelearon por el balón como en la infancia cuando uno se lo quería llevar a casa, nadie lo regalaba aunque se asumían riesgos, como el de Llorente conduciendo el balón con sus compañeros saliendo al ataque€ ya que su pérdida obligó a Toño a sacar una mano milagrosa sobre la misma línea de gol. Era el minuto 18 cuando otro centro de Piatti al segundo palo, que Negredo prolongó de cabeza a Mina, éste no logró rematar de forma limpia. De haberlo hecho, nadie hubiera cuestionado el gol, ni el «abuelo» Toño, al que Nuno quiso en Mestalla como opción de garantías bajo los palos como se volvió a comprobar. Tras un contragolpe ejecutado de manual, sólo faltó rematarlo, pero se resistió el gol, que poco más tarde tuvo Piatti con la puntilla.

La sensación era de tener el partido muy controlado, pero cuando uno se enfrenta al Rayo eso no se puede dar por sentado nunca. Se precisa una atención y concentración máxima, como se les obligó a Ryan cuando Ebert trató de sorprenderle con un potente disparo lejano, o Mustafi, imperial y saliendo al rescate de cualquier despiste de un compañero para anular cualquier atisbo de peligro. Eran signos que hablaban de cómo el Rayo se iba desesperezando, con un temido empate a cero en el marcador. Sin Parejo el Valencia CF era más eléctrico y vertical, De Paul no abusó con el balón, buscando siempre los espacios libres, pero no se remató.

Manteniendo la idea de «presionar» muy arriba la salida del balón del Rayo buscando el error, poco a poco se fue notando el cansancio, restándole lucidez a la hora. Y el cuadro rayista tuvo más presencia en el área de Ryan con Trashorras de director de orquesta, pero el australiano se había empeñado en mantener el «0» en su portería aunque no tuvo que multiplicarse. Olía el peligro pero sin grandes sustos. Urgían cambios, las señales positivas del primer tiempo se quedaron en el vestuario. Con el cambio de piezas se equilibró el partido, sólo agitado por un «vivo» Lass y Manucho, que imitó a Mina a la hora de no rematar un «regalo». Como luego perdonó Negredo, sobre la bocina, tras una prolongación de Bakkali. El punto supo a poco, pero en el fútbol lo que valen son los goles€ y los evitó el meta Toño.