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Off the record

Bajo el murciélago

Bajo el murciélago

Tenía decidido comenzar esta nueva temporada junto a ustedes -gracias a la oportunidad que me brinda un año más el diario Levante-EMV analizando las carencias del Valencia CF en materia de planificación deportiva. Por mucho humo que nos quieran vender, la entidad está descabezada en lo que atañe al verde. Tras la salida de Amadeo Salvo y Rufete, han desaparecido por completo los diques en Mestalla para Gestifute: el club desprende una preocupante sensación de Mendesdependencia. La llegada de jugadores como Danilo Barbosa o Bakkali y, fundamentalmente, la ausencia de un plan B dispuesto en tiempo y forma para el anunciado traspaso de Otamendi evidencian disfunciones en el centro de mando situado en algún punto entre Singapur y la Avenida de Suecia. Pero qué quieren que les diga.

Esto de ponerse siempre en la piel del tacañón cansa. Y es muy sufrido. Aunque sea por una semana, que se encarguen otros de explicar al entorno que melones por abrir sin llegar a la veintena no era lo anunciado y convenido. Que no bailamos chachachá. Que las estrellas brillan en Londres, el Manzanares o Manchester. Que el Valencia ha empezado la previa de la Champions League sin un main sponsor que llevarse a la camiseta. En el fondo, muy en el fondo, incluso los repartidores de carnés valencianistas ya comienzan a plantearse cuestiones en este sentido. Aunque públicamente lo negarán. En según que ambientes, hacer(se) preguntas está muy mal visto.

Tomé la determinación de reorientar el espíritu del artículo ayer a última hora de la tarde. De vuelta a la ciudad tras unas horas de desconexión, me sorprendió el revuelo que varios centenares de personas tenían formado bajo el imponente murciélago que preside Mestalla en plena Avenida de Aragón. Sillas de playa, mesitas a juego, sacos de dormir€ La concentración de senyeras, camisetas naranjas, neveras portátiles y petates varios ocupaba muchas de las puertas de acceso al estadio en uno de sus laterales. De pronto recordé el comunicado que el club emitió el sábado anunciando que el Valencia y la Agrupación de Peñas costearían el viaje en autobús a Mónaco „bravo„ para acompañar al equipo en el partido de vuelta de la previa de la Champions League en el Louis II.

Aprovechando el semáforo rojo del cruce de Aragón con Joan Reglà, pude fijarme de nuevo en el grupo de fieles blanquinegres que se arremolinaba en torno a varios portavoces informativos. Comenzaban a estructurarse en colas para organizar la compra de entradas una vez se pongan a la venta esta mañana. Mucha gente joven, la edad media no sobrepasaría los 25 años y, por descontado, toda la ilusión del mundo. No importaban las horas de espera, la incomodidad de los improvisados asientos o el calor pegajoso de agosto. Se veía en sus caras. Cualquiera de ellos hubiera pagado mucho más que los preceptivos 22 ó 30 euros por subirse a esos autobuses con destino a la fase de grupos.

El periodista, como supongo debe ocurrir en otras tantas profesiones, vive en una burbuja. Centrados en la búsqueda de noticias, persiguiendo historias y ofreciendo a la audiencia nuestra visión de la realidad, en ocasiones cometemos el error de creernos poseedores del único enfoque informativo válido. Y no es así. Basta con abandonar de vez en cuando la redacción y entrar en contacto con el exterior para darse cuenta que hay momentos „muy puntuales, eso sí„ en los que la militancia debe sustituir al periodismo de trinchera. Qué narices. El que más y el que menos ha sido cocinero antes que fraile. Mientras el disco cambiaba a verde, esa vocecita interior tan oportuna a veces susurró bajito pero con contundencia la pregunta del millón: «Fran, ¿de verdad a alguno de todos estos aficionados le interesa hoy leer algo que tenga que ver con Nuno o Mendes?». Muy probablemente no.

Ya en la Gran Vía, rememoré la época en la que, en lugar de estar sentado frente al portátil escribiendo columnas de opinión, era yo el que hacía colas junto al viejo Mestalla o recorría miles de kilómetros en furgoneta o autobús para no perderme partidos históricos en San Siro o Ullevi. De aquel tiempo conservo con nitidez recuerdos relativos a compañeros de viaje, onces iniciales del Valencia, goleadores de las finales, porteros rivales€ pero sería incapaz de precisar quién negociaba fichajes en nombre del club o qué representante se llevaba la comisión de las operaciones. No. Definitivamente no es una semana para hablar de Mendes. Ya habrá tiempo.

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