Alrededor de 200 seguidores blanquinegros recibieron al Valencia CF a su llegada al aeropuerto de Manises, realizando un pasillo desde la puerta de la terminal a que subieran al autocar. Con el cántico "Somos de Champions, somos de Champions" quisieron agradecer el esfuerzo realizado frente al AS Mónaco por superar la eliminatoria. No fue fácil, pero momentos como este les da más energía.

Antes de despegar de Niza, ya se informó a los responsables de seguridad del club que se estaba improvisando un recibimiento en Manises, los jugadores estaban alertados y por ese motivo, nada más aterrizar, se esperaron para salir todos juntos. Uno de los nombres de la noche fue Álvaro Negredo, nombre que corearon junto al de Mustafi. A Javi Fuego no pararon de pedirle fotografías y avanzaba lentamente por el improvisado pasillo lleno de ilusiión y que dejó boquiabiertos a recién llegados como Mathew Ryan, que vivió su primera experiencia.

Feliz regreso de la marea de Mónaco

El viaje de vuelta de los aficionados desplazados al partido fue una fiesta. Una fiesta de Champions. La locura vivida en el Louis II se trasladó a los autobuses. Con catorce horas de viaje por delante, los aficionados empezaron a ilusionarse en el futuro más inmediato y a pensar a qué rivales habrá que superar en la fase de grupo. Y, cómo no, a repasar el día, intenso y largo día vivido.

Senyeras, camisetas blancas y naranjas inundaron Montecarlo. Los valencianistas, desde las once de la mañana, se dejaron sentir por la calles más céntricas de las capital monegasca. Tras catorce horas de autobus, era el momento de estirar las piernas a la espera de entrar en el estadio Louis II. Horas de ilusión empleadas para recorrer y observar los lugares más conocidos del paraíso del glamour. Porque en el Principado, ver es lo único que se puede hacer sin pagar. Así, una de las opciones del millar de valencianistas fue la de visitar la parte antigua de la ciudad, donde los aficionados callejearon y se acercaron al Palacio Grimaldi, relativamente cerca del estadio. Sin embargo, el recinto más fotografíado fue la zona portuaria, donde los yates, megayates y barquitas atracadas, evidenciaban el poderío económico de residentes y turistas. Los amantes de la fórmula 1, sin embargo, pudieron recorrer las partes emblemáticas del circuito: la piscina, la curva del restaurante La Rascasse, la línea de salida, la ermita de Santa Devota, la subida al casino „con el casino, obviamente„, la bajada de Mirabeau, el curvón de 180º, el túnel y el regreso al puerto. Como para no hacerse una colección de fotos.