André Gomes vuelve a sentirse útil. Y con ello, a recuperar su característica sonrisa. El portugués, sin embargo, lejos de maquillar su debilidad física tras cuatro meses lesionado, la comparte con humildad. André no se esconde. Es transparente. «Entré al campo con ganas y hambre pero la sensación de cansancio me llegó muy rápida. No tengo ritmo y eso lo noté en Gijón» se sinceraba ayer mientras, con ojos vidriosos, se descartaba para regresar a la titularidad ante el Zenit. «Por mí, juego 120 minutos, pero mi cuerpo no va», apuntaba para, emocionado y con la voz entrecortada, repasar el calvario vivido desde que el pasado 17 de mayo se lesionó en el recto anterior del cuádriceps izquierdo en el partido contra el Celta.

«No imaginaba que estaba tan mal cuando me lesioné, es más, pensaba que podría jugar el siguiente partido. Cuando me dijeron que tenía que operarme no me lo podía creer. Fue horrible. Las dos primeras semanas fueron durísimas y sólo ver cómo la gente me animaba con tanto cariño me ayudaba a sobrellevarlo. Eso es lo que me ayudó a acelerar los pasos. Lo he pasado mal, muy mal. Estos cuatro meses han sido muy duro», recordaba emocionado. «Trabajar aparte de mis compañeros, no irme de vacaciones.... son cosas que tuve que hacer para volver a disfrutar lo más pronto posible. En El Molinón me sentí raro pero saltar al césped fue algo bonito. Volví a sentir sensaciones que tenía olvidadas», se estremecía.

Pero, de toda adversidad, siempre se extrae algo positivo y André cree que, este revés, le ha ayudado a ser «más maduro y más fuerte» y sobre todo a «mirar adelante», «creer» más en él y tener «más hambre que nunca». Y, en su primera intervención desde su reaparición, el centrocampista quiso ensalzar el trabajo hecho por los médicos y sobre todo por el recuperado Jordi Sorlí, quien reconoció se había convertido en su principal apoyo durante estos meses. «Jordi casi ha sido mi pareja „ bromeaba. Con él he pasado dos meses y medio trabajando aparte del grupo. Él ha sido para mi casi más importante mental que físicamente. Yo quería hacer muchas cosas que a veces no podía. Estoy súper agradecido a las personas que me han ayudado porque, a todos ellos, les debo mucho porque en los momentos malos es cuando la gente se aparta un poco y ellos siempre estuvieron conmigo», agradecía.

Hoy espera volver a estar en la convocatoria porque su único objetivo es «ayudar» al equipo. El luso ya sabe lo que es jugar la Liga de Campeones. En esta competición debutó a lo grande. En el Camp Nou. «Fue hace tres años en un Barcelona-Benfica. Me acuerdo muy bien de aquel partido. De verdad que fue algo muy importante para mí. Un niño jugando en el Camp Nou. Han pasado los años y ahora estoy más maduro. La lesión me ha hecho creer más en mí y mi trabajo», sostenía para, con humildad, reclamar el apoyo de la afición ante el Zenit. «Mestalla ardiendo es otra cosa y otra película. Trabajamos para hacer a la gente feliz y trataremos de alimentarla para que venga a vernos. Necesitamos un campo lleno», requería con cierta timidez.