Viendo los rostros de los futbolistas, cabizbajos, envueltos de rabia, desesperados? escuchando cómo desde la grada les tributaba con una sonora pitada era sinónimo de decepción. Otra más en Mestalla, tras caer frente al Zenit y un empate previo ante el Deportivo. Cierto es que tras un paso inicial fugaz del Betis, que salió sin complejos y valentía, poco a poco con André Gomes y Feghouli el campo se inclinó hacia el área defendida por Adán. Si no era él quien ponía la manopla, los remates eran atraídos como imanes por los defensas béticos, pero desde la grada nadie lograba argumentos para defender el empate sobre todo si el Valencia CF jugó con un futbolista más todo el segundo tiempo. De ahí el enfado y las críticas que también enfocaron al entrenador local, que dejó los pitos anteriores al cántico «Nuno vete ya, Nuno vete ya». Con tres empates y una victoria sobre la campana en Gijón, algo está fallando. Sin efectividad en ataque, la Liga se empina.

A la magia de André Gomes le faltó ponerle la guinda, la gente se levantaba de su asiento cuando el portugués se pegaba con cola el balón a su bota y lanzarse desbocado al ataque. Su calidad bien vale el precio de la entrada, Feghouli parecía omnipresente. Cuando no colocaba balones dentro del área buscando algún compañero que lo empujara con el pie, se sacaba con su zurda disparos endiablados, pero el encargado de controlar el videomarcador podría sestear, porque nadie le daba trabajo. Faltó puntería, poner bien las coordenadas en la ejecución para llevar el esférico al fondo de la red, pero al fútbol se gana marcando más goles que el rival, y el dominio no valió para colocar el 1-0. «El gol acabará llegando», era una reflexión común en la grada al descanso, pero nadie lo dudó al ver a Dani Ceballos marcharse al vestuario en el minuto 47 por doble cartulina amarilla.

Dejó buenos destellos Bakkali, que reemplazó al lesionado André al descanso, con esa superioridad sobre el césped Jaume pasó a ser un espectador a pie de campo. Ni la olió. El partido se convirtió en un monólogo, y Javi Fuego estuvo muy cerca de marcar un auténtico golazo tras un disparo inteligente que buscó superarle por alto. Adán sacó el balón con la uña. Y respiró. Había que dar el primer golpe para disfrutar luego, pero pasaban los minutos, y la impaciencia iba en aumento. Nuno sacaba al debate futbolístico tras perder ante el Zenit que había que ser «más eficaces en el remate», estaba bien detectado el aspecto a corregir, pero no llegaba el gol. Al entrenador portugués no le tembló el pulso a la hora de quitar un defensa y poner otro jugador de ataque, sobraban defensas, pero los disparos seguían dando al muñeco.

Ver a Abdennour y Mustafi asentados en la zona de tres cuartos era sintomático del agobio en el metieron al Betis, bien encerrado atrás edificando un muro que nadie fue capaz de superar. La tuvo Santi Mina cerca del final, pero tampoco acertó. La afición estaba cada vez más descontenta y comenzó a corear «Nuno vete ya, Nuno vete ya», cogiendo oxígeno para la pitada final. En El Molinón apareció Alcácer para sumar el triunfo en el descuento, esta vez ni él pudo, certificando el tercer empate en cuatro jornadas, un bagaje pobre para un equipo grande como es el Valencia CF y que necesita reflexionar más allá de debatir sobre el número de centros o llegadas al área, porque el equipo no arranca.