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Off the record

Nuno, quédate

Nuno, quédate

Quédate, pero trabaja en Paterna la parcela creativa del equipo. 25 horas al día. Llegar por fuera para poner un centro blandito y esperar que alguien remate no es exactamente lo que podríamos denominar una estrategia infalible. Ha quedado demostrado ante Depor, Zenit St.Petersburgo y Betis, que no son precisamente aspirantes a levantar la orejona en mayo, que tener un porcentaje elevado de posesión no garantiza los tres puntos. Los golpeos de media distancia son un buen recurso, pero tampoco conviene abusar, fundamentalmente si el rival tiene colocados nueve defensores entre la pelota y su portero. No es de recibo que a una plantilla con más de 200 millones de euros invertidos en fichajes le falte fútbol. Pero así es. Cuando no está André Gomes, todo se vuelve oscuro. Inventa algo. Libera y adelanta a Parejo, rompe el corsé del 4-3-3 e introduce la figura del mediapunta en determinados partidos (Santi Mina puede ser una opción interesante) para acortar distancias entre la parcela ancha y los delanteros. El equipo se hace larguísimo durante demasiados minutos. La coartada de la efectividad es una explicación simplista a las carencias ofensivas del Valencia. Atacando mejor el delantero remata con menos obstáculos enfrente.

Quédate, pero plantea a Peter, tu amigo Peter, la necesidad urgente de nombrar un responsable deportivo institucional que te libere de cargas y críticas no relacionadas exclusivamente con el verde. Te han dejado solo. Porque querías más poder, pero intuyo que no tanto. Y el poder, mal llevado, distrae y erosiona. Demasiadas ruedas de prensa a la semana. Demasiados fichajes y demasiados peajes. Demasiado desgaste y ni ha llegado el otoño. ¿Qué sentido tiene renovar a Piatti hasta 2019 y traer a un jugador para su posición con la excelente pinta que tiene Bakkali para después no poder inscribirlo en Champions? ¿Que sentido tiene invertir diez millones de euros en Santi Mina y otros diez en Aderllan Santos para tener que dejarlos fuera de la convocatoria a las primeras de cambio? ¿Qué sentido tiene pagar siete millones por Ryan si teníamos a Jaume en casa? ¿Qué sentido tiene jugártela en el carril derecho con dos laterales eminentemente ofensivos que van a sufrir lo indecible en Europa? ¿Qué sentido tiene firmar a Danilo Barbosa con precio de estrella para que después no pueda darle una rotación a Javi Fuego o Parejo porque no tiene sus características?. Exige la creación de una portavocía en la sociedad que tenga la función exclusiva de comerse estos sapos. Todos sabremos que es de paja, que habla en nombre del creador del mercado, pero un Butragueño a tiempo evita muchas preguntas incómodas.

Quédate, pero cambia el guión de tus comparecencias en sala de prensa. No te diriges exclusivamente al periodista que escribe una columna crítica con tu gestión del equipo o censura tu ampliación de contrato por tres temporadas sin haberla merecido. Ese ser despreciable que no te llega ni a la suela de los zapatos, un mal necesario con el que convivir porque no te queda otra, hace de nexo entre tu verdad y la de la afición. Esa afición que luego va a pedir que te marches la tarde en la que el Valencia no puede contra un recién ascendido que juega con diez toda la segunda parte. Ábrete, explícate, suaviza el gesto. El entorno agradece actitudes menos soberbias y respuestas más cercanas. Sigo maravillado por la sencillez con la que Villas Boas reconoció que esperaba la titularidad de Barragán en lugar de la de Cancelo. Y ahí sigue, entrenando al Zenit. No le han echado. Toreas en una plaza amante del efectismo, sí, pero tanto populismo acaba por levantar sospechas. Incluso en Mestalla, tan proclive a dirigentes de verbo fácil. El respetable ha tomado la matrícula a tus «crecer», «mejorar» y «cambiar pitos por aplausos». Ha llegado el momento de hablar menos y decir más. Abandona la caza de brujas en el vestuario y empieza a preocuparte por la fragilidad mental de alguno de tus futbolistas, muy necesitados de empatía. Son buena gente. Agradece no tener que lidiar con vacas sagradas ni haraganes crónicos. Qué sería de ti.

Quédate, porque incluso a tus críticos nos parece exageradísimo el «Nuno vete ya» en la jornada 4. Alguno de los que se dejó las amígdalas en el cántico seguramente ya venía encendido por las carencias en el juego de la temporada pasada, pero tengo para mí que una considerable mayoría le va a coger el gusto al sonsonete por otras razones. El terremoto institucional del pasado verano y la guerra civil que lo precedió ha dejado secuelas en todo hijo de vecino. Negarlo sería de necios. Pero aquí, el tiempo lo ha demostrado, no ha habido vencedores. Todos hemos perdido algo. Estamos a tiempo, creo, de no perderlo todo.

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