Se ha empeñado Nuno en rizar el rizo. Y los experimentos no siempre dan resultados; el de ayer sirvió para encajar la primera derrota de la temporada. Los elegidos por el técnico no supieron a qué jugar. Sobre el campo, los jugadores no paraban de darse órdenes y reajustar posesiones mientras el Espanyol aprovechaba el desbarajuste para hacer su partido. Sólo Jaume, al que a pesar de la tremenda decepción al final felicitaron algunos compañeros, se salvo de la debacle. Las paradas del portero de Almenara evitaron que la derrota fuera sonrojante. A la derrota, además, se le unió la lesión de Gayà al que hoy le harán pruebas.

La contrariedad con la que Nuno abandonaba el Power8 era evidente. Con su revolución, había asumido riesgos y lo pagaba caro. Ahora, abierta la herida, urge cerrar la hemorragia. Para espolear al grupo, el luso introdujo siete cambios respecto al partido contra el Betis, pero no logró el efecto esperado. Con futbolistas como Parejo, Feghouli, Negredo o Alcácer en el banquillo, el técnico trató de hacer daño al Espanyol cuando el problema del Valencia era de efectividad. Aderllan Santos, inédito hasta el momento, dio el salto a la titularidad para compartir trabajo con Abdennour a quien Caicedo le avisó, en el primer balón que tocó, que no iba a disfrutar de una noche plácida. Cierto. El Espanyol, con un juego fluido y desinhibido, descubrió con rapidez la bisoñez de la retaguardia y los huecos que se dejaban para con demasiada facilidad plantarse ante Jaume.

La idea de Nuno era clara, entregar el balón y jugar al contragolpe. Pero el equipo no supo interpretarlo. Sólo, los chispazos de Bakkali en su primera titularidad, ponían en alerta a Pau. Si Rodrigo, único punta, fallaba una ocasión clara, el Espanyol la rentabilizaba.

Victor Alvarez colocó el 1-0 tras, libre de marca, colocar dentro de la red un balón que Santi Mina había peinado tras un saque de esquina lanzado por Marcos Asensio. Con el gol el Valencia se ponía, como el título de la película de Almodóvar, al borde de un ataque de nervios. A partir de ahí fue un querer y no poder. Nuno, con los brazos en jarra abriéndose la chaqueta, lamentaba cómo estaba transcurriendo el envite. No le gustaba. Sus gestos de desaprobación así lo evidenciaban. El Valencia, muy previsible y espeso, no sabia cómo superar a un Espanyol al que, desde el banquillo, Sergio pedía a sus jugadores tranquilidad y cabeza para saber manejar el reloj.

En defensa, por imprecisiones y desajustes propios de dos jugadores que no estan acoplados así como por las desordenadas ayudas, el Valencia se desangraba.

Jaume, con un paradón espectacular primero a Álvaro y minutos después a Marcos Asensio, minimizaba la derrota. Del mal, el menos. El Valencia, con las orejas gachas, se marchaba al vestuario. A la puerta del túnel, Negredo trataba de animar a sus compañeros.

Rodrigo, tras un buen pase de Gayà, tuvo el empate en su cabeza en la reanudación pero Pau lo impidió. El Valencia, con una marcha más, salia con más ambición y dispuesto a poner en aprietos al anfitrión. Con prácticamente un triple cambio, primero Feghouli por un lesionado Gayà, y acto seguido Alcácer por Santi Mina y Piatti por Bakkali (minuto 66), el técnico trató de reorganizar el equipo para buscar el empate. Pero, ni con orden, el Valencia carburaba mientras Jaume demostraba que ha llegado para quedarse. Que es un porterazo. Porque, si no llega a ser por él, el Espanyol le hubiera colorado la cara a un desquiciado Valencia . No queda otra que mirar al frente y ganar al Granada. Ojo.

Siete cambios respecto al últimos partido

Dejo en le banquillo a tres pilares como Parejo, Negreo y Alcácer y Feghouli

Nuno era consciente de lo que se jugaba en Cornellà. Más que su puesto, que de momento no corre peligro, se jugaba su credibilidad. Hecha trizas la inmunidad de la que disfrutaba, se trataba de aplacar la

Sin personalidad y con pocas ideas