Nuno no teme ser destituido; tampoco piensa que los jugadores ya no confían en él. El técnico defiende, ante las críticas recibidas, que los futbolistas están «a muerte» con el cuerpo técnico. Y él con ellos, dijo. Sobre las dudas que se han instalado en el vestuario y de las que públicamente habló Javi Fuego tras la derrota con el Espanyol, el luso miró hacia otro lado y afirmó que «no» le «constan». «Nos hemos mirado a la cara como hombres», sostenía. Lo que sí tiene claro el portugués es que, su «plan» para «revertir» la situación, es «jugar bien», «satisfacer a la grada» y, cómo no, «ganar» al Granada. La intención „lógica„ ahí está. No obstante, emplaza a Mestalla si quisiera expresar su desacuerdo, a reservar sus críticas al final del partido para que el ambiente no sea crispado y eso pueda afectar al rendimiento del equipo. «Si estamos juntos podremos sacar esto adelante», reclamaba.

Todo indica que esta noche, con un sistema 4-4-2, Mestalla verá por fin jugar juntos a Álvaro Negredo y Paco Alcácer. Para buscar tener velocidad y desborde en las alas, apuntan al once Feghouli y Bakkali. El doble pivote, si el técnico aplica lo que entrenó, jugarán Enzo y Parejo. En defensa, tras los descartes de Barragán y Abdennour, podrían compartir línea Cancelo, Mustafi, Vezo y Orban. El Granada llega con sólo tres puntos en su casillero, producto de la victoria ante el Getafe en el Coliseo.

El técnico, en su peor momento desde que llegó a Valencia, no se la juega con más experimentos. ¿Los cambios son por rotaciones o por convencimiento?. «Todo está planificado y analizado y actuamos según los datos de que disponemos como qué jugadores están más fatigados, los partidos que llevan, su rendimiento o determinadas variables. Son datos que nos hacen tomar determinadas decisiones ya que no nos podemos permitir dejar nada al azar», respondía.

Nuno, tras la primera derrota en Liga y cuando más cuestionado está por su política de rotaciones y por el juego que practica su equipo, regresa a un Mestalla que sólo hace una semana lo despidió con una sonora pitada. El técnico, aún dolido por lo ocurrido, «sólo» piensa en cómo transformar los pitos en aplausos. «Hay situaciones controlables como son el equipo y el rendimiento del jugador. Me dedico a ello. Sé que el aficionado viene a disfrutar y ver ganar al equipo. Pero me es imposible controlar lo incontrolable como es el aficionado que viene con la idea predeterminada de pitar . Si el jugador siente el apoyo de la grada rinde mas. Si el equipo pelea, lucha y gana, la afición estará con nosotros», reflexionaba.

«Después de una derrota siempre analizamos lo ocurrido. Mi obsesión es buscar soluciones y ponerlas en práctica. Estamos ante una oportunidad que queremos aprovechar. Nuestra afición se lo merece. Creo que tenemos que mejorar en juego y goles», sostenía tras remarcar que, en los últimos días, se ha trabajado mucho la «reconcentración para el golpe final». «Necesitamos tener más efectividad porque hemos controlado los partidos pero nos ha faltado el gol», reconocía para, acto seguido, insistir en que sus jugadores están «comprometidos» y que la actual situación es pasajera. «Lo único que me preocupa es ganar y volver a ser un equipo ganador. No hay ningún trabajador del club que no quiera mejorar esta situación», lanzaba.

«Este es el partido en el que hay que darlo todo», insistía visiblemente preocupado.