Hay partidos de fútbol que se deciden por pillerías, por ser más listo que el rival, y Álvaro Negredo lo fue sobre el césped del vetusto Gerland. Quizá era uno de los jugadores que más se estaban sacrificando físicamente, pero sin la recompensa que busca cualquier delantero, como es la celebración de un gol propio. Pero de sus botines negros salió el saque rápido de una falta sufrida por él al ver cómo Piatti arrancaba desde campo propio por la banda izquierda. Y eso que el Olympique iba a realizar un cambio, pero no dio tiempo a activarlo. La lectura también fue muy inteligente por parte de Piatti, que se inclinó hacia el centro hasta empaquetar en una caja de regalo con entrega a Feghouli, que no lo desaprovechó. Era importante ponerse por delante en el marcador, pero más allá de que al descanso era difícil llegar con un único gol, por las ocasiones de unos y otros, la imagen del Valencia CF se caracterizó por la seriedad. Y se sumaron tres puntos con un valor de oro.

La sensación que transmite el equipo es que poco a poco van a ir creciendo, como lo ha hecho Soso Feghouli en el Valencia CF desde que llegó del Grenoble. Había momentos en los que el argelino no se entendía con Joâo Cancelo, corregible con trabajo, sobre el césped demuestra partido tras partido que es un jugador determinante para el equipo. Avisó antes con un disparo al larguero. No sólo «suma» con sus goles, pero a día de hoy, no hay un jugador de sus características en la plantilla. Y Piatti, al que cuesta reconocerle sus méritos más que a otro, aparece siempre que el equipo le necesita. Por eso le renovó Nuno, no por ningún capricho. Entre los dos, con la apuesta ganadora de Negredo en el saque de falta, fabricaron el primer gol. Pudo llegar antes, pero al «11» le sacó Lopes un mano a mano.

Tras el partido que el Valencia CF se enfrentó al Zenit, en el debut de esta fase de grupos de Champions, hubo quien pudo dudar de Jaume por los tres goles que encajó. Su nivel en Liga está siendo incontestable, cada vez tiene más confianza y a este paso habrá que salir al césped con una orden judicial porque si en Francia no le conocían, Valbuena le va a recordar siempre. Ejecutó un lanzamiento de falta magistral, y al palo largo que voló Jaume para despejar el esférico lo justo y que lo acabara tirando fuera el larguero. Y cuando peor estaba el equipo en el final, no dudó en arañar unos segundos aunque el coste fuera de una tarjeta amarilla. Pero Jaume aún no había dado su última palabra, porque en el descuento hizo otros dos paradones para mantener la portería a cero.

Aún falta mucho trabajo

La seriedad de la primera mitad no es exenta de realizar el pertinente análisis buscando mejorar, porque aún hay desajustes. No se puede pasar de la depresión al éxtasis en un par de partidos, con independencia de haberlos ganado. Y por eso se vio sobre el césped a Javi Fuego hablar con Mustafi y Cancelo para cerrar más, o Abdennour gritándole a Piatti que se descolgara cuando él tuviera el balón para recibir. Es normal, pero con las victorias se crece mucho mejor, aparte de la confianza en el trabajo que se realiza.

Y si ante el Granada los últimos minutos te llevaron a sufrir, lo cierto es que en Francia se volvió a sentir esa angustia final, pero como ocurrió en Mestalla, se sumaron los tres puntos que eran importantísimos para volver al lugar que le corresponde. Nuno escogió a Rodrigo buscando un contragolpe que pudiera finalizar con picadura mortal, en un contragolpe, pero no llegó. Se multiplicaron las pérdidas, cada vez que Valbuena cogía el balón, el corazón de Nuno se aceleraba, pero atrás siempre aparecía algún «naranja» o Jaume al rescate.