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Al nord magnètic

El "casal" de Mestalla

El "casal" de Mestalla

La zona más noble del Camp de Mestalla, el famoso Palco Vip o El Casal, como lo denominó su creador Paco Roig, es fiel reflejo de lo que fue la sociedad valenciana, de lo que representa en este momento y el valor que ahora tiene para los nuevos dueños.

El palco que ahora conocemos, anteriormente sólo era un espacio para las autoridades y algún que otro vip, vivió su esplendor desde sus inicios en 1993 hasta el año 2007. Su capacidad llegó a superar las quinientas localidades. Hubo hasta lista de espera. Todas las empresas más importantes y los profesionales de más renombre de la ciudad tenían su localidad en el palco. Conseguir una butaca era prácticamente imposible. Y eso que cada abonado llegó a pagar más de nueve mil euros por temporada. Lo mejor de todo es que la época más esplendorosa del Palco coincidió con el mejor Valencia de la historia. A partir de 2008, coincidiendo con la crisis económica, la Valencia empresarial, sobre todo la que estaba más vinculada al sector inmobiliario, empezó de forma gradual a abandonar su posición de privilegio en Mestalla para buscar otras ubicaciones más económicas y discretas.

Desde el club tuvimos que impulsar, ese fue uno de mis trabajos durante más de cinco años, una serie de medidas para volver a atraer a los empresarios de la ciudad y provincia. Lógicamente, conectando con nuevas empresas que operaban en sectores mucho más productivos que el de la construcción. El objetivo era difícil, pero muy claro: obtener más ingresos, atraer a empresarios y abrir el club a la sociedad.

El objetivo de los nuevos dueños no se sabe exactamente cuál es. Apenas tienen contacto con los abonados. En sólo dos temporadas el palco vip se ha quedado casi vacío. Su aspecto es desolador, que contrasta de lleno con las más que pobladas gradas del resto del estadio. Y no es responsabilidad de los profesionales, sino de las directrices que les marcan «desde arriba». Apenas quedan abonados, no hay invitados y encima esta semana han decidido prescindir de Sandra Flores como responsable del protocolo y atención del palco. Lo que faltaba. Después de 22 años de servicio, el Valencia decide que ya no le vale. Una opinión que estoy seguro no comparte ni un solo abonado, ni el propio Roig que fue quien la contrató. Es una auténtica contradicción. Draper quiere acercarse a los empresarios valencianos y Layhoon Chan se carga a la persona más válida para ayudarle en ese cometido. Lo más triste es que en el club todavía siguen pululando personajes que son absolutamente prescindibles. Abran bien los ojos. El dinero no lo es todo. Esto es Valencia. Que bien lo explicaba Paco Burguera.

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