Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pablo Rodríguez ya ha jugado en 10 países distintos

El futbolista trotamundos

Tal vez Pablo Rodríguez Aracil no ha alcanzado la celebridad de los Nolito, Gavilán, Pallardó o Pablo Hernández, con los que coincidió en las categorías inferiores del Valencia

El futbolista trotamundos

Pablo Rodríguez, licenciado en Turismo, se siente una estrella en cada torneo que conoce y disfruta de su pasión de viajar con el balón como hilo conductor de una biografía trepidante. Desde impagos en Chipre, a ser el primer español en jugar en la India con trayectos interminables en autobús por carreteras de montaña en el Himalaya, pasando por ser testigo en Honduras de tiroteos en la considerada ciudad más peligrosa del mundo, a la sencillez de la profunda felicidad de Filipinas.

Desde Maldivas, su actual destino, donde acaba de elevar con sus goles al Maziya S&RC como campeón de Copa, Pablo responde a la llamada de Levante-EMV y hace balance de una carrera muy enriquecedora a nivel personal: «En los primeros años me movía en el fútbol buscando el dinero. Ahora, tras convivir con tantas culturas distintas, creo que el dinero importa pero no es el que da la felicidad. En Europa nos ponemos tristes si la conexión wi-fi no nos va, y en cambio en Filipinas, Honduras y en la India he visto a niños descalzos jugando con piedras y eran más felices que nosotros. Se les veía en la cara la felicidad cuando vienen a abrazarte. Te das cuenta de que nuestro mundo es el de una burbuja, la del capitalismo. Viajar me ha permitido tener una mente abierta. Gracias al fútbol me he dado cuenta de que la realidad del mundo no es la que vivo. Si tengo familia quiero transmitir esos valores», asegura.

«Gracias al fútbol he podido conocer muchos lugares, culturas distintas, idiomas, gente... Me ha abierto la mente un montón. Aunque no sea millonario si que gano más dinero que el que se cobra en España en Segunda B», añade.

MALDIVAS - MAZIYA

Empezamos el relato de Pablo en su parada actual, unas Maldivas que define como «un lugar espectacular». «No me la esperaba así. Dejé mi equipo de Noruega para jugar aquí el equivalente asiático a la Europa League. Jugamos la fase de grupo y metí cuatro goles en seis partidos. Hemos ganado la Copa del Rey local y nos hemos clasificado para la fase previa de la Champions de Asia», indica. Además de destacar en un continente donde «el nivel entre los distintos países es muy parejo, muy físico», Pablo se ha empapado del «fuerte contraste cultural» de un país «de estricta confesión musulmana». «Vengo rodado de muchos países y no me ha costado adaptarme, pero la vida es distinta. El mes del Ramadán me costó mucho más. Me tocaba llevarme la comida a casa de un restaurante, que están cerrados, porque no se puede comer en la calle. Pero con respeto mutuo se puede convivir perfectamente». Aún así, las diferencias con Occidente son llamativas: «Aquí las parejas gays están prohibidas por ley y hay pena de cárcel, las mujeres no pueden mirar a los hombres y deben ir tapadas con burka, tampoco van con bikini a la playa. El alcohol también está prohibido. Yo llevo sin tomarme una copa de vino desde Navidades. Me encanta el cerdo y aquí no puedo comerlo. Uno se acostumbra. Me volveré a España sabiéndome casi hasta el Corán», bromea.

INGLATERRA - GILLINGHAM

Las peripecias internacionales de Pablo comienzan en 2007, con 18 años, cuando el agente Clive Jagger le lleva a probar con el Bolton Wanderers, concentrado en Oliva: «Estuve dos semanas entrenando con Anelka, Flavio Conceiçao, Iván Campo y Sam Allardyce de entrenador». No fue finalmente elegido pero gracias a esa experiencia «acabé jugando en el Gillingham, equivalente a Segunda B». Un club en el que pudo conocer la mística del fútbol británico: «Jugué contra históricos como el Leeds United, Sheffield Wednesday o el Charlton, con estadios llenos. Esa experiencia me valió oro. Aprendí el idioma, viví en Londres». Se habría quedado más tiempo, pero a los tres meses retornó a España por una enfermedad repentina de su madre.

CHIPRE - ETHNIKOS ACHNAS

En la 2007/08 Pablo prueba suerte en Chipre, en el Ethnikos Achnas, una zona bajo control turco-chipriota. Los impagos abortaron pronto una experiencia «que rodaba bien a nivel deportivo». «Cuando llegué me prometieron un dinero y desde el primer mes ya tuve problemas de cobro. Yo era joven, tenía 20 años y quería jugar, no me importaba tanto el dinero. Pero llegó enero y decidí no seguir. Perdoné todo el dinero que me debían, porque de lo contrario debía denunciar vía FIFA, no me interesaba y volví a España».

RUMANÍA - MIOVENI

Esa misma campaña la acabó jugando en el Mioveni, de la Primera división rumana. El periplo fue breve. Pablo jugaba, acumulaba titularidades y goles, pero no todo era bonito, sobre todo a nivel personal: «Estuve cuatro meses. No me adapté a la convivencia en el club y en la ciudad. He estado en muchos países y puedo decir que en Rumanía no me trataron bien. Yo iba con mentalidad abierta y me llevé una decepción con ellos. Acabó la campaña y no quise renovar», informa.

IRLANDA GALWAY UNITED

Pablo reencontró las buenas sensaciones en la liga irlandesa, no tan conocida como la inglesa o escocesa pero igualmente noble y genuina: «Hay mucha afición y se disfruta jugando al fútbol. Jugaba en campos con encanto donde siempre había entre 8.000 y 10.000 personas. Jugué contra equipos de tradición, como el Bohemians, Shamrock Rovers y el Saint Patrick, que solían ir a las previas de Champions. A nivel profesional me llevé un buen recuerdo». El juego, además, es «muy físico», casi rayano en el rugby. «Era un fútbol muy agresivo, con patadón hacia mi para que chocase con defensas gigantes. Vino a jugar el Hull City un amistoso, con Altidore. Era un rival de Premier y le plantamos cara».

INDIA UNITED SIKKIM

Entre 2010 y 2012 se abre un paréntesis. Pablo vuelve a España, al CD La Muela y el Rayo Cantabria, hasta que el espíritu de aventura lo empuja de nuevo a hacer las maletas, esta vez más lejos, a la India, abriendo el camino del fútbol español en el United Sikkim: «Yo fui el primer futbolista español que jugó en la India. Al año siguiente ya se creó la Superliga para reclamar la atención de extranjeros». Pablo pudo conocer de primera mano las «desigualdades abismales» de un país «con contrastes tercermundistas». «No me llevé una buena imagen de la India. El impacto fue gigante al ver cómo vive mucha gente. Podías encontrarte un Hotel Hilton y al lado familias enteras viviendo sin nada en la orilla de un río». «La imagen más negativa la obtuve de Calcuta. Me tuve que poner 15 vacunas para ir. Caí varias veces malo del estómago, por el agua y la comida. Me 'acostumbré' a ponerme malo el día después de jugar. Se pagaba bien pero tácticamente eran muy caóticos. No tienen escuela», asegura.

Pablo afirma que, con los largos trayectos por todo el país, pudo conocer «la India profunda». «Viajé durante seis meses por toda la India. He conocido las grandes ciudades: Bombay, Goa, Delhi, Calcuta, Bangalore... Fuimos a jugar un partido a Bután en autobús, por carreteras de piedra, casi veinte horas, cruzamos por Bengala. Vivía en el norte, en Sikkim, que es el estado menos poblado de la India, en la cordillera del Himalaya. No había nada de contaminación y convivía con tibetanos», rememora.

HONDURAS - CD MARATHÓN

Llegamos a 2013 y Pablo acepta la llamada del CD Marathón hondureño, el conjunto más fuerte de este país centroamericano: «Jugar allí es como hacerlo en el Real Madrid. Están ellos y el Olimpia». En el plano deportivo las noticias son muy positivas, pero el fútbol pasaba a ser un asunto secundario al habitar en San Pedro Sula, reconocida como «la ciudad más peligrosa del mundo». «Si buscas la ciudad más peligrosa del mundo en google te salía San Pedro Sula, donde vivía. Estuve cinco meses e iba del campo de entrenamiento a la zona residencial, que era como una cárcel privada. Fuera no podía salir». Pablo, incluso, llegó a temer por su vida: «La gente suele llevar armas y una vez, en medio de un atasco, nos vimos envueltos algunos compañeros en un tiroteo entre bandas. Perdoné seis meses de contrato porque prefiero mi vida a que me pase algo. Acabé el torneo Apertura y me fui a Filipinas».

FILIPINAS - KAYA FC

De la sórdida hostilidad de las calles hondureñas Pablo decidió pasar, en 2014, a la hospitalidad de Filipinas como fichaje estrella del FC Kaya. Sin tanto dinero, pero colmado de «felicidad». «Dicen que Filipinas es el país con mayor felicidad del mundo y yo lo corroboro. En Manila vi también muchas desigualdades y pobreza, pero la gente es feliz y muy cariñosa, sobre todo con los españoles, ya que fueron colonia. Me trataron genial y deportivamente quedamos campeones, fui máximo goleador? A Filipinas me fui por disfrutar de la experiencia, no tanto por el dinero. Por eso, después de una temporada, busqué otra oferta que compensase económicamente y me marché a Noruega?».

NORUEGA - BRUMUNDDAL FOTBAL

La elección de Noruega, el regreso a Europa con el Brumunddal, obedecía a una razón concreta: «Quería estar más cerca de casa. Noruega es un señor país, con cero problemas económicos, gente educada, bonitas ciudades?». «Con el equipo fui titular y marqué goles y me querían renovar», añade. Todo parecía perfecto hasta que se encontró con un enemigo insospechado. «No soportaba el frío, la ausencia de luz. Firmé de junio a noviembre. En noviembre fue como si se bajase la persiana. Se fue la luz y así no podía vivir. La gente hacía vida normal pero yo me quedaba solo y siempre metido en casa. Luego me salió lo de Maldivas y no me lo pensé».

Con un alma inquieta, parece claro que más aventuras esperan a Pablo, antes de colgar las botas: «Me gustaría jugar la próxima temporada en Singapur o Malasia».

Atentos. La leyenda del jugador Trotamundos continuará.

Compartir el artículo

stats