Cuando uno confía en sus ideas, es importante ser valiente y alejarte del ruido que llega para mantenerte fuerte. Con resultados positivos, la obra se refuerza, pero si sale el polo opuesto, el ridículo se agranda. El Valencia CF estuvo irreconocible ante el Atlético, sin ideas, sin un patrón de juego, de nuevo con Jaume apareciendo€ pero que una ingenua defensa de Godín a Mustafi, apretó un resultado que no se mereció ser tan corto según los méritos hechos por el Atlético.

Renunciando a las bandas de la línea medular, con un doble pivote novedoso con Enzo Pérez y Danilo, dejando a los "organizadores" Parejo y André más cerca de las bandas, el Atlético dirigido por el maestro Tiago se adueñó del partido. Marcó los tiempos, y aunque tardó en llegar el 1-0, sobre la media hora de juego tras un error doble de los centrales Mustafi y Santos al no acertar en los despejes, Jaume ya no pudo parar más. Jackson, el colombiano que tanto agradaba a Nuno en el Oporto, abrió un marcador y ahí el Valencia CF desapareció. Si es que en algún momento estuvo sobre el césped. Cuando no era Jaume, era Gayà el que aparecía en la línea de gol para sacar el esférico. Y eso que Griezmann no tuvo su noche, pero cedió su protagonismo a Carrasco, que tras dejar sentado a Danilo en la frontal del área, se sacó un tiro ajustado al palo para aumentar la ventaja. Nadie podría reprochar nada.

Si no cambiaba mucho el panorama, la segunda mitad podría convertirse en un auténtico marrón. No era tan abultado el resultado para pensar eso, pero sí las sensaciones. Jackson tuvo cerca el tercer gol, en unos minutos iniciales donde el Atlético de Madrid bailaba al fútbol ante un impotente Valencia CF, sin que los cambios cambiaran el desarrollo de un partido al que metió Mustafi tras ser arrollado por Godín dentro del área. La inteligencia del alemán, aguantando el balón de espalda, llevó al uruguayo a derribarle, y el penalti no lo desaprovechó Paco Alcácer, autor del disparo ante la ausencia de Parejo. Aplaudía Nuno desde la banda, que no se imaginó estar tan cerca del empate con lo que estaba viendo. Parecía un accidente el tanto de Alcácer, pero le daban vida a un equipo irreconocible, que se veía cerca de arañar un punto.

Tal era la situación, de surrealista, que cuando en el minuto 44 de partido Santi Mina se plantó sólo en el área, dudó sobre lo que hacer, y picó un balón cuando Alcácer se desmarcaba en busca del remate. Hubiera sido injusto, pero el fútbol siempre está abierto a sorpresas, aunque hubiera sido desmasiado premio para Nuno.