Los tópicos en el fútbol están para superarlos; dejarlos atrás y escribir nuevos episodios. En el Vicente Calderón, quiso Nuno dar un golpe sobre la mesa y reivindicarse. Pero, o el equipo no supo interpretar su idea, o simplemente no acertó. «Inventar» en un gran campo y ante un equipo que sabe bien a lo que juega es toda una osadía y el castigo fue mayúsculo. Primero Jackson y luego Carrasco hundieron al Valencia en la primera parte mientras Alcácer le dio vida en el último tramo el partido. Hasta ese instante, el partido fue muy triste y la imagen del Valencia mediocre. Las caras de los jugadores, de claro desconcierto, así lo demostraban. Con toda la segunda parte por delante, el equipo de Nuno tuvo que rearmarse en el descanso no sólo futbolísticamente sino moralmente. La lesión de Rodrigo, rodilla izquierda, dejó al grupo «tocado». El delantero, una de las apuestas de Nuno para el partido, se lesionó en el minuto 21 y Alcácer, que antes del envite había peloteado con los suplentes, tuvo que salir prácticamente sin calentar para cubrir su puesto. Pero el equipo, minuto a minuto fue descomponiéndose como los azucarillos.

Sin un por qué, tras minutos con ritmo y ocasiones, aparecieron los nervios y las dudas. Y curiosamente Mustafi, el mejor hasta ese instante, la pifió junto a Santos para que Jackson desnivelara el partido. El Atlético había llevado el partido donde quería. El Valencia, con un dibujo que tenía desconcertado hasta a los propios jugadores „Enzo y Danilo jugaban en paralelo por delante de la defensa y se topaban, mientras que Parejo y André estaban fuera de su sitio y su rendimiento no era el mejor„, se veía obligado a remar contracorriente.

Mustafi, quien de forma evidente pidió perdón a sus compañeros por el fallo, fue quién trató de abanderar la remontada jaleando a los suyos. Pero los gritos quedaron en saco roto. Las dudas se habían contagiado mientras el Atlético, espoleado por una afición muy entregada, se sentía pletórico. Gayà bajo palos, impidió que Godín anotara el 2-0, pero Carrasco, en su tercer gol consecutivo, no perdonaba. El escenario no podía ser peor. Quizás por ello, en el descanso, Nuno decidió volver a cambiar el sistema y apostar por un coherente 4-2-3-1 en el que André Gomes entraba más en juego y, así desde el centro del campo, tratar de dar más coherencia al juego.

Con el cambio de Parejo por Bakkali „y con Fuego en el banquillo„, fue Paco Alcácer quién lució el brazalete de capitán. Al delantero, aislado, no le llegaron balones porque el partido se convirtió en un monologo del Atlético; en todo un festín en el que la afición jaleó a los suyos con «olés», mientras un desesperado Valencia sacaba fuerzas de donde no tenía para aguantar el chaparrón. Porque, por ejemplo, en todos los uno contra uno, el equipo colchonero salia ganador. En confianza goleaba el Atlético.

El «tonto» penalti de Godín sobre Mustafi, y sobre todo el gol anotado por Alcácer, daba vida al Valencia (minuto 72). Se abría, momentáneamente, la puerta de un nuevo partido.

El Valencia, en el que a pesar de los dos goles encajados sobresalió Jaume Doménech, daba un paso adelante, mientras era el Atlético quien trataba de dormir el partido para asegurarse los tres puntos. A la desesperada pero sin ideas y aferrándose a la heroica, el Valencia probaba a Oblak, mientras desde la banda, Simeone se desesperaba y Nuno aplaudía y se desgañitaba para pedir a sus jugadores más empuje. Pero la reacción llegaba tarde y el Valencia volvía a encajar otra dolorosa derrota. Con la mirada en el césped, los jugadores se adentraban al vestuario. Hundidos.