Acostumbran los jugadores a decir que, sobre el césped, no se escuchan ni los silbidos ni los aplausos. Criticar a la afición, que es quien les evalua, ensalza o destrona, es casi tabú para los futbolistas. Ayer, Dani Parejo saltó la barrera. Sin red. El capitán, epicentro de las críticas de la hinchada en los últimos partidos, reconoció ayer pasarlo «mal» al escuchar silbidos. «¿A quién no le duele que jugando en casa le piten?», lanzaba. «Todos somos humanos, tenemos sentimientos, y aunque es difícil afrontar una situación así, convivo con ello», asumía con madurez.

«Claro que oigo los pitos o el murmullo cuando juego, pero trato de darle normalidad», explicaba para, acto seguido, asegurar que va a seguir «haciendo las cosas como las hago y dándolo todo por el equipo». «Toda la carrera he vivido con que hay muchos que no me quieren y muchos que me quieren. Ya no le doy importancia», confesaba. «Al principio, cuando llegue, lo pasé muy mal; luego la cosa cambió y ahora ha vuelto. Lo que me preocupa es estar centrado en mi trabajo y reflexionar para hacerlo mejor», compartía días después de ser padre por primera vez. Estreno que le hace ser «muy feliz». Un estado que contrasta con el momento que está viviendo el equipo. «Son momentos un poco difíciles, hay que ser realistas. El domingo pasado no hicimos un buen partido, las cosas no salieron como todos pensábamos o queríamos, pero ya está, no hay marcha atrás. Es momento para reflexionar y mirar lo que podemos hacer para ayudar. Quedan tres partidos hasta el parón (Levante, Gent y Celta) que son tres finales para nosotros», sostiene. Por ello, ganar es la única palabra que se pronuncia en el vestuario. Y, desde ahí, despegar. Ante el Levante, llega la primera oportunidad.

«El equipo necesita ganar y empezar a hacer camino. Esta es una buena oportunidad. Es el primer derbi, un partido especial y bonito. A lo mejor no llegamos todo lo bien que querríamos pero este partido puede ser un punto de inflexión. Tenemos que afrontarlo como tal, solo vale ganar porque jugamos en casa ante nuestra gente», explicaba, tras señalar a la falta de confianza como el punto débil del grupo. «Prácticamente estamos los mismos que el año pasado. El bloque es el mismo. En algún partido no hemos estado bien pero en otros hemos jugado bien y no hemos ganado; eso te va haciendo perder confianza, entran dudas y el gol no llega», lamentaba. Pese a todo, prefiere jugar en casa porque siente que en Mestalla el equipo es «más fuerte» aunque, incide, «cuando te aprietan o encajas un gol no lo asumes igual».