Para mí Vigo siempre va a ser un lugar especial. Volver a Balaídos significa volver a un lugar en el que fui feliz. Fue un sitio que me marcó mucho, llegué con 22 años y me permitió crecer como futbolista. Siempre le agradeceré al Celta lo que supuso para mi carrera. Cada encuentro Celta-Valencia, en cualquiera de los dos bandos, fue muy especial para mi. Siempre te reencontrabas con muchos compañeros y amigos, y por lo general eran también partidos muy atractivos en lo futbolístico y emocionantes en lo personal.
Épocas distintas, pero con dos equipos al ataque
No me gusta comparar épocas, mi Celta era un gran equipo, con un elenco único de jugadores como Makelele, Mazinho, Karpin, Mostovoi, Revivo, Penev... Era un equipazo cuando iba al ataque y marcaba auténticos golazos. El Celta actual también es un equipo de mucha calidad. En ataque tiene jugadores como Orellana, Nolito y Iago Aspas con mucho peligro, verticalidad y que pueden definir un partido por sí solos. Destaco también a Augusto Fernández, muy completo en todos los niveles, defensivo y ofensivo. Es un futbolista esencial en esta Celta. Por lo general es un equipo que combina y toca muy bien y llega con frecuencia al gol.
Dos estados de ánimo muy distintos
En Balaídos se van a medir dos equipos con estados de ánimo muy distintos. El Celta llega como revelación y con mucho ánimo y confianza. Es un conjunto muy bien definido por su entrenador, en la segunda temporada en el cargo. Saben lo que hacen en todo momento e imponen un estilo que es admirado en toda España. Y con el mérito añadido de ser un equipo muy joven.
El Celta imprime un ritmo alto en los 90 minutos
¿Las claves? El Celta presiona siempre muy alto, en uno contra uno. Con el balón tienen capacidad para entrar por las bandas y el centro. Es un equipo con alternativas, con un gran estado anímico y que imprime un ritmo intenso durante los 90 minutos. El Valencia debe reaccionar, mejorar física y mentalmente y sacar el carácter.
