­Ninguna casa de apuestas habría predecido el 1-5 que reflejó el marcador final en Balaídos, ni por el ambiente que se respiraba en el vestuario tras la imagen vergonzosa frente al KAA Gent, ni por el rival que había enfrente. Pero si por algo destaca el fútbol es precisamente por las sorpresas, no son matemáticas, y cuando más lo necesitaba, el Valencia CF dio un paso al frente. Se vio a un equipo con todas las letras, presionando arriba con un nivel alto de intensidad, todos comprobaron el enorme potencial que tienen algunos futbolistas como Paco Alcácer o Parejo, hubo efectividad en los remates a puerta, también se tuvo la pizca de suerte necesaria, y así por fin se firmó el mejor resultado de la temporada. Con la victoria se «apagan» incendios, se alivian tensiones y roces que siempre brotan y se magnifican en los malos momentos, pero ahora todos están obligados a darle continuidad para «enterrar» la irregularidad, sin que la goleada sea un espejismo.

Era importante comenzar bien y el objetivo inicial consistía en no dar facilidades a la salida del juego del Celta. Eso conllevaba adelantar la línea de presión, impidiendo que se trasladara con comodidad el balón de la defensa al ataque, zona señalada en rojo por Nuno debido al gran potencial que tienen Nolito y compañía. Se había dado el primer paso, como era igualar la intensidad „como mínimo„ del rival, y Paco Alcácer anotó el primer gol en un gol que habría que ver una y otra vez repetido por la belleza de la jugada. Desde la defensa hasta la pared de Paco con Parejo, incluyendo una excelente finalización con la zurda. ¿Reaccionaría el Celta?

Al cuerpo técnico le preocupa la reacción de sus jugadores tras un gol, y en Balaídos, el equipo se retrasó quizá en exceso. Mustafi se lanzó al límite para cortar una penetración de Iago Aspas, a los saques de esquina Nolito les ponía dosis de veneno. Y en uno de ellos se produjo un desconcierto general que permitió tres prolongaciones con la testa, que Augusto Fernández finalizó con gol. La preocupación se instalaba en el banquillo, ya que han habido precedentes donde un gol hundía al equipo. Pero ahí se vio que el Valencia CF quería honrar su camiseta. Fueron momentos de sufrimiento, Balaídos ironizó cantando «Nuno, vete ya», pero Jaume no quería ver otro balón dentro de su portería. Blocó faltas complicadas y no le sorprendió Nolito en su intento por marcar un gol olímpico „de saque directo de esquina a puerta„. Eran señales de que no se iba a ver otro desastre. Había cosas a mejorar, como por ejemplo el sacrificio de vuelta de los interiores (Bakkali y Cancelo) que a veces no replegaban a la máxima velocidad. Mustafi y Vezo no transmitían inseguridad. Y antes del descanso, el fútbol se dio un gustazo. Falta al borde del área que coloca Parejo, un compañero le pide lanzarla, pero el capitán nunca se esconde y es de los que siempre asumen responsabilidades. Tenía una gran seguridad en sí mismo. Mimó el balón cuando lo colocó sobre el césped, se fijó en la barrera, y cuando recibió la autorización para lanzarla€ al fondo de la red. ¡Un golazo! Nadie se cansará de verlo repetido. Extraordinaria potencia, colocación. Al portero Sergio no le quedó más remedio que ver el gol. No fue un tanto más, llevaba intrínseco un valor añadido, como era el minuto del partido en el que se producía. A sólo uno del descanso.

Para Nuno fue determinante regresar al vestuario con ventaja, significó un subidón de alegría, de motivación para la segunda mitad donde había que confirmar la reacción. Y nada más reanudarse el partido, Paco Alcácer olió antes que nadie una cesión de Jonny al portero que se iba a quedar corta, y tras un detalle técnico exquisito, vio vencer al cancerbero Sergio y ahí Paco no perdonó. Era su «doblete», aunque el partido que hizo el delantero de Torrent fue un espectáculo más allá de la definición. Buenos desmarques, aguantaba el balón si era lo ideal en ese momento, buena visión de juego en sus entregas. Y lo que nunca le falta a él: gol.

Con el 1-3 en el marcador, parecía difícil que el partido se le fuera a escapar al equipo dirigido por Nuno. Si uno echaba la vista atrás, no era el momento de festejar por si acaso, pero se veían tan cómodos a los jugadores sobre el césped, queriendo más, que parecía difícil no sumar los tres puntos de una tacada para afrontar la semana sin competición con otro aire. Presumía de efectividad, pero la fiesta «taronja» „por la camiseta utilizada en el partido„ aún no había acabado. De nuevo fue obra de los pillos Parejo y Paco Alcácer, que dieron un recital de fútbol. Pero si en el primer gol Parejo asistió a Alcácer, ahora se intercambiaron los papeles, y Paco se sacó de sus mágicos botines un pase digno de la mejor versión de Xavi Hernández para dejar sólo al capitán delante del portero, que Dani no desaprovechó. Fue el golpe definitivo para tenerlo todo bajo control, aunque Mustafi quiso redondear el partido marcando de cabeza€ un saque de esquina sacado por Parejo.

Día de fiesta para un Valencia CF muy efectivo, pero que dio síntomas de haber reflexionado internamente tras el desastre de la Champions, y respondieron con un buen partido. No parecía el escenario ideal para levantarse, pero el fútbol tiene ese punto de ser impredecible que le convierte en mágico. Nadie habría presagiado un 1-5, pero el equipo dirigido por Nuno lo consiguió. Y ahora necesita darle continuidad, si quiere salirse de un camino con subidas y bajadas que le había alejado de su objetivo. Con la clase de Alcácer y Parejo, todo es más fácil.