El Valencia es un grande del fútbol. A nuestro querido club le ocurren y le han ocurrido una larga serie de circunstancias que así lo demuestra. Le sigue una gran masa de seguidores desde prácticamente su fundación en 1919. Quién no recuerda a los miles y miles de valencianistas que volvieron a Madrid para apoyar a su equipo en los diez minutos que todavía quedaban de aquella surrealista final de la Copa del Rey. Ha ganado muchos títulos, aunque le falta la dichosa «orejera». Siempre aporta jugadores a la selección española y a las diferentes «rojitas». Históricamente ha contado y disfrutado de futbolistas de categoría mundial. Incluso ha llegado a ser el mejor equipo del mundo en 2004, o el mejor club de España en diferentes momentos de sus historia, como en los años 40. Digamos que el Valencia casi siempre se ha movido en la elite del fútbol.
Pues bien. Todos estos logros se han obtenido con el trabajo y la gestión de los propios valencianos, aunque el primer presidente del club naciera en Toledo, Octavio Augusto Milego. Porque a veces uno se cansa de escuchar, para justificar la llegada de capital extranjero, que «...total, los de aquí mira cómo han dejado el club». Exacto, así lo han dejado. Precisamente por eso, por la grandeza que tiene el Valencia, por su enorme proyección, por su masa social y por su historia ha llegado un gran inversor desde Singapur para comprarse, al mejor precio, un club de elite.
Sólo un equipo de la grandeza del Valencia es capaz de plantarse en Balaídos, en el momento más delicado, con todos los problemas y dudas por su juego y por el proyecto en sí, y vapulear a la auténtica sensación de la Liga. Nuno vio cómo el equipo tuvo suerte cuando la necesitó, tuvo compromiso y sobre todo acierto.
Este escudo pesa mucho y en algunos momentos también juega. Los jugadores saben que tienen una gran responsabilidad y así lo entendieron. Hay victorias que llegan de forma inesperada y que son capaces de cambiar la historia.
Señores de Meriton, piensen en todas las personas que han hecho grande este Club. Cuídenlo que ahora, por esos caprichos de la vida, es de ustedes.
