Los números hablan por sí solos y la estadística respalda lo que la afición cuestiona. Dani Parejo es el centrocampista más goleador de la Liga. El capitán, que firmó ante el Celta una actuación redonda, se ha convertido en el único jugador del Valencia que, en un partido de Liga en el siglo XXI, ha marcado dos goles y dado dos asistencias en un partido. Un motivo de orgullo que, sin embargo, no desvía al madrileño de su camino.

Para el capitán, los números son sólo números, ya que cuando acaba los partidos lo único que le interesa es contar los tres puntos con los que se premia la victoria. Esa es su única ambición. Y su obsesión. Sin embargo, en esta ocasión, los dos goles tenían un significado especial. Parejo, que estrena paternidad, le dedicó los tantos a su pequeño Daniel. Quizás por ello, cuando en Balaídos se llevó el pulgar a la boca „el gesto con el que los jugadores suelen celebrar el nacimiento de sus pequeños„ su rostro reflejaba una enorme satisfacción.

El jugador, el pulmón del equipo, es obvio que atraviesa por un gran momento personal y, ante el Celta, lo trasladó al césped. Dani Parejo participó en cuatro de los cinco goles que el Valencia marcó en Balaídos. Asistió en el primero de Alcácer, marcó el segundo de falta, el cuarto a pase de Alcácer y puso el centro del quinto a Mustafi. El jugador, al que le duelen mucho los pitos que la afición le dirige en Mestalla, tomó el testigo que dejó Tino Costa hace cinco años y marcó dos goles de falta directa en un mismo partido. Sin embargo, al terminar el encuentro contra el Celta (1-5), Parejo cedió el protagonismo a otros compañeros. El de Coslada, un tipo discreto que suele ceñirse al guión establecido, no quería ser el foco de atención. El éxito lo celebró con los suyos. En silencio. Como cuando sufre. Porque Parejo, y así lo reconoció hace una semanas sin pudor, lo ha pasado mal en el Valencia. Desde que llegó se le ha cuestionado por una parte de la grada. Cierto es que otra le encumbra. Y en esos dos lados de la balanza se mueve partido tras partido.

Ante el Levante, Parejo escuchó cómo Mestalla le pitaba cuando saltaba al campo y al jugador le costó asimilarlo porque se sintió herido. La victoria sobre el Levante fue para él agridulce.

Tras el mal partido general contra el Gent, y sobre todo tras las críticas en las que se dudaba del compromiso del equipo, el capitán tomó la bandera de la responsabilidad para conducir al equipo hacia la victoria. Desde el primer minuto del partido, Parejo ejerció de capitán siendo el alma mater del equipo. Con su gritos „acabó el encuentro afónico de tanto chillar para colocar a sus compañeros„ el madrileño demostró la autoridad que el brazalete le otorga. Su recompensa le esperaba en casa