El Valencia atacó a la inglesa, a tumba abierta ayer ante el Getafe, pero se marchó con un sabor amargo de Mestalla. Las sensaciones eran contradictorias. Por una lado, la admiración hacia el partidazo de Joao Cancelo, tanto de interior derecho como de lateral zurdo, en defensa y en ataque, en una exhibición de velocidad y cambio de ritmo que se cobró tres tarjetas amarillas en Damián, Pedro León y Juan Rodríguez. En el mismo sentido, el vuelco ofensivo del equipo con la llegada de Gary Neville, atacando con todo y por todos lados. Sin embargo, al Valencia le falta finura en el último pase, sincronización en la presión en campo contrario y, ayer, mucha contundencia en su propia retaguardia. El resultado fue la impotencia para vencer a un atrevido Getafe, que acabó volcado en el último suspiro sobre Jaume, aprovechando la fragilidad en la zaga de Gary Neville, lastrada por un Abdennour desorientado. La lectura pesimista diría que si no eres capaz de superar al Getafe, difícilmente lo harás con el Villarreal o el Real Madrid, próximos rivales. La positiva apunta a la mejoría indudable respecto al conjunto insustancial de Nuno. Pero es un clamor la ausencia de calidad en el último pase, tal vez algo de lo que Fran Villalba ofreció en la Copa ante el Barakaldo.

Trepidante la primera parte, consecuencia de dos equipos valientes que lanzaron a cuatro o cinco jugadores en cada acción ofensiva. Fran Escribá conoce la casa y sabe que la timidez no es recomendable cuando visitas Mestalla. Dispuso una línea de tres media puntas (Víctor, Lafita y Sarabia) y hurgó en la zona entre los mediocentros y los centrales, muy blandito e inseguro Abdennour tanto con el balón como sin él. Gayà, que arrastraba molestias musculares, cometió una falta innecesaria al borde del área sobre Cala, de espaldas a la portería. La falta la convirtió Sarabia con una rosca a media altura a la que Jaume no respondió con la dureza necesaria en su mano izquierda.

El Valencia reaccionó con carácter a este primer contratiempo. Cancelo, liberado de las ataduras del lateral, es un espíritu libre en la posición de interior derecho. A su centro combado desde el carril del ocho acudió al primer palo Alcácer para firmar una pequeña obra de arte. Su remate de volea con la izquierda quedará como uno de los mejores tantos del campeonato, el séptimo en su cuenta particular.

Abdennour se empeñó en dar ventaja al Getafe y, sin presión alguna, le entregó la pelota a Víctor Rodríguez. El pequeño atacante trató de driblar a Mustafi, que había salido a tapar a la desesperada. El central alemán cometió falta, pero el árbitro dejó seguir la jugada porque el balón le cayó franco a Lafita, cuyo disparo supuso poner otra vez por delante al Getafe. Este segundo gol sí dolió en el alma valencianista. El Getafe olió la sangre y fue a por el tercero. Lo evitaron unos centímetros del fuera de juego de Cala en un cabezazo que había acabado también en las redes de Jaume.

El baile del Getafe en ese tramo coincidió con la lesión de Gayà, pidiendo el cambio, y los gestos de Abdennour reclamando el apoyo a la grada. Aquello tuvo un efecto catártico. Entró Santi Mina, Cancelo cambió de banda para ocupar el lateral izquierdo y, entre los dos, con la impagable colaboración de Alcácer, propiciaron el tanto del nuevo empate.

El desborde de Cancelo, tras una bicicleta, ganó superioridad numérica al ataque blanquinegro. El portugués envió al desmarque de Alcácer y este cambió con la zurda al segundo palo, donde llegaba solo Santi Mina para marcar. Alcácer, otra vez decisivo. Un gol y una asistencia de un futbolista muy por encima de sus compañeros en la plantilla.

Tras el descanso, el Valencia aceleró con intensidad y variedad atacante, aunque sin ningún acierto. Cancelo fue el relámpago al que aferrarse. Cada vez que arrancaba desde el carril del 10 provocaba el pánico entre los rivales de Fran Escribá. El público pedía que la tuviera Cancelo.

Negredo no fue decisivo

Gary Neville fue agregando atacantes con Negredo y Rodrigo de Paul, pero las ocasiones siguieron escapándose por el espesor en el último pase. La inteligencia táctica de Alcácer no se vio correspondida. A Negredo, pesado, le costó entrar en juego. Santi Mina combinó acciones brillantes con errores en los pases muy dañinos. André Gomes se perdió en carreras a ninguna parte: conduce demasiado. Parejo envió una falta directa desde el costado izquierdo que Guaita sacó en la raya (los valencianistas reclamaron gol).

Y el Getafe despertó. Entró Alvaro Vázquez por un inédito Stefan y el conjunto madrileño acabó abordando la zaga local. Cancelo reapareció fulgurante para evitar un remate claro de Lacen. Pedro León desbordó a Abdennour (cómo no) y su centro dejó solo a Lafita, que pifió un remate clarísimo. Lafita enviaría otra disparo al larguero. Y el partido, sin un respiro, acabó con sensaciones contrapuestas en Mestalla.