La felicidad completa no existe para Joao Cancelo. Al portugués se le congeló la sonrisa hace tres años. Desde el 5 de enero de 2013, Joao sobrevive. Ese día, y en un accidente de tráfico en una autovía cercana a Lisboa, falleció su madre; en el vehículo también iba él, quien por suerte salió ileso. Filomena, que así se llamaba su madre, es desde entonces su motivación. A ella se encomienda antes de los partidos y a ella se aferra para sacar fuerza en los malos momentos. En sus botas, Joao lleva grabado el nombre de su madre y el mensaje «amor eterno». En Valencia, Joao ha encontrado en André Gomes a un «hermano» y, el año pasado, en Nicolás Otamendi a todo un padre.

El luso, que empezó a jugar como delantero y en infantiles pasó a ser extremo, es un jugador extremadamente perfeccionista al que le gusta acudir a los compañeros más veteranos para pedir consejo. Dicen que escucha con tal atención que anima a su referente a explayarse. Al luso de 21 años „el 27 de mayo cumplirá 22„ le gusta prolongar sus entrenamientos con series de disparos al área y en el gimnasio pule su físico para hacerse más jugador.

Futbolísticamente, sus referentes son Dani Alves y Maxi Pereira mientras Rodrigo de Paul es el que sabe cómo sacarle la sonrisa cuando está de bajón. Profesionalmente, su sueño es ganar la Liga de Campeones y, en lo personal, ser padre. Ayer, con la satisfacción del trabajo bien hecho viajó a Lisboa, allí le esperaba Pedro, su hermano pequeño.