Lo primero que hizo Gary Neville cuando llegó al Valencia fue tratar de desatascar las vías de acceso al gol, tan obstruidas en las últimas jornadas con Nuno. Llegaron las ocasiones, pero no tantos goles como se requerían. Ayer llovieron los goles. Gracias a los tres inspirados delanteros (Rodrigo, Negredo y Santi Mina), pero sobre todo al hambre recobrada del delantero vallecano, por fin cerca de su mejor versión después de muchos meses en la cuneta. Firmó su primer triplete como valencianista, su primera exhibición de poderío entre tres centrales nazaríes, convertidos ayer en papel mojado. Le ayudaron mucho los movimientos de Santi Mina y de Rodrigo, imparables arrancando desde las bandas, generosos en la conquista de los espacios para sus compañeros. Gary Neville necesitaba ganar un partido así, con una solvencia indiscutida, para reforzar la certeza de la senda elegida, acompasado por la recuperación de jugadores que pueden ser decisivos.

El técnico inglés ha reactivado a un puñado de ellos: Negredo, De Paul, Santi Mina y Rodrigo. Primero fue el estado de ánimo, después les ha dado soluciones para mejorar su fútbol. El ataque ha dado un giro notable respecto a la anterior etapa y la defensa todavía va de camino. La vuelta de Mustafi, este domingo ante la Real Sociedad, reforzará esa dirección. La portería sigue siendo una garantía: Ryan voló para rechazar un cabezazo de Babin y dejar al Granada a cero. El meta australiano no regala nada: estuvo muy sobrio.

Al Valencia le duró poco el entusiasmo generado por el primer gol de Negredo. Su centro del campo se diluyó en el primer periodo. En ese terreno, reinaron los cambios de orientación de Rochina, espléndido durante una hora.

Aprovechando un receso en el juego, Gary Neville llamó aparte a los dos centrales (Santos y Vezo) cerca del banquillo para ver si les inculcaba algo de rigor defesivo. No lo tuvo Vezo en un mal pase que permitió la cabalgada de Peñaranda hacia Ryan, dilapidada por un tiro demasiado cruzado del joven venezolano.

El Valencia sufrió en ese tramo de la primera parte hasta que otro golpe de aciertos le redobló la ventaja. Enzo Pérez, en ese cabezonería por entrar como sea por el centro del área rival, logró esta vez su objetivo. Su pase lo cazó Santi Mina, rompiendo la línea de fuera de juego del Granada. El atacante gallego cedió el gol a Rodrigo Moreno, que llegaba por el otro lado y por detrás del balón. No hubo fuera de juego pese a las protestas visitantes.

Con más eficacia que estética, el Valencia se fue al descanso acunado por un marcador convincente. Las sensaciones de Negredo fueron positivas desde el primer momento. Como de calidad va sobrado, a poco que se afine, va a empezar a disfrutar otra vez del fútbol. Está cada día más cerca. Su primer tanto refuerza el trabajo de los entrenamientos (tantas horas extras de esfuerzo en Navidad empiezan a dar sus frutos). Presionó a Mainz, que trataba de salir con el balón jugado, le arrebató el cuero, encaró al meta Kevala y lo batió con un tiro colocado al palo largo. Los otros dos tantos los marcó de penalti.

Rochina se cansó de meter excelentes centros tras la reanudación. Uno de ellos dejó solo a Babin ante Ryan. El testarazo del francés lo despejó el australiano con una parada espectacular, pura agilidad y reflejos.

Los tres atacantes del Valencia se movieron a sus anchas en Mestalla, intercambiando posiciones y planes. El joven gallego, quizá en su mejor día como valencianista, regateó, pasó y se infiltró entre Doria y Uche, que lo atraparon en un sándwich. El penalti lo transformó con suavidad Negredo.

Aparecieron los espacios y nadie mejor para aprovecharlos que Rodrigo Moreno, cuya velocidad se ha echado tanto de menos. Gary Neville debe estar encantado con su regreso porque le enriquece el ataque al ser tan diferente a Alcácer y a Negredo. El hispano-brasileño es desborde y electricidad. Regresar así después de tres meses de baja por una grave lesión no está al alcance de todos. Le pesó ser considerado por la grada como un protegido de Nuno. Neville también lo ha liberado de eso. El público lo despidió como se merecía. Gary Neville empieza a encender una luz en Mestalla.