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El enigma de Santi Mina

Después de meses de bajo rendimiento, el joven delantero gallego empieza a justificar ahora por qué el Valencia lo fichó por 10 millones

El enigma de Santi Mina

­Durante meses Santi Mina fue un enigma. Nadie entendía qué le había visto el Valencia el pasado verano para pagar por él 10 millones al Celta de Vigo. Fueron cientos de carreras arriba y abajo por la banda derecha sin mucho sentido, pases descontrolados y ningún gol. Se le vinculó a la figura del anterior entrenador, Nuno Espirito Santo, y su empeño por alinear a todos los jugadores representados por su amigo y agente, Jorge Mendes. Su primer gol llegó justo tras la marcha de Nuno y la llegada transitoria de Voro al banquillo en el empate ante el Barça en Mestalla (1-1). Se liberó de ese estigma.

Su juego, desde entonces, ha ido creciendo cada día hasta firmar contra el Granada, en la goleada de Copa del pasado miércoles (4-0), su partido más completo. «Es normal que le haya costado», explica su descubridor, Toni Otero, ex responsable de la cantera del Celta y actual director deportivo del Lugo. «Tiene 19 años y solo había jugado 30 partidos en Primera. Hace dos cobraba 10.000 euros al año y su madre lo llevaba a entrenar», añade Otero, que defiende con pasión el futuro del delantero vigués. «Hago una apuesta contigo. Este chico acabará en el Barça. Y pagarán mucho dinero».

Pero, ¿de qué tipo de delantero estamos hablando? «Define bien, puede ocupar cualquiera de los tres perfiles en el ataque, maneja las dos piernas y va bien de cabeza. Es un delantero moderno», analiza Otero. «Tiene calidad y trabajo suficiente», tercia Paco Herrera, el entrenador que lo hizo debutar en Primera con el Celta, «su fichaje ha sido un acierto. Otra cosa es el precio pagado por él. Eso ya se verá. Tiene gol, pero no hace cosas distintas. No esperéis jugadas maravillosas, no es habilidoso, pero sí va a garantizar 14 o 15 goles todas las temporadas».

Los dos técnicos coinciden en que arranca mejor desde la izquierda (para trazar diagonales en carrera) y en que puede jugar también de primer o segundo punta. Pero siempre, eso sí, cerca del área para explotar los 10 metros de potencia en arrancada. En ese sentido le ha venido muy bien la mano de Gary Neville en el banquillo de Mestalla y su apuesta por jugar en campo contrario, cuanto más cerca de la portería adversaria, mejor.

Santi Mina, de 19 años, es hijo de un central turolense de la cantera del Barça que llegó a debutar en el primer equipo y después también en el Celta y el Lorca de los años 80, Mina, quien, curiosamente, nunca va a ver los partidos de su hijo (es reacio a mostrarse como padre de futbolista y trata de ahuyentar cualquier presión o agobio a su hijo). A Santi le acompañan su madre y su hermano. «Es un osito de peluche que se hace querer en el vestuario. Muy dócil. Era el niño bonito del Celta», dice Otero. «Es muy obediente», corrobora Herrera.

El chico saltó a la fama en un partido de la Copa de Campeones de juveniles (fase final de los campeones de grupos) del Celta contra el Real Madrid. Cogió el balón en su campo y fue limpiando rivales hasta plantarse delante del portero madridista, al que batió con un toque sutil. Era 1993 y el Celta perdió la final de esa competición contra el Sevilla. Desde ese instante le llovieron las llamadas de los agentes y los grandes clubes. Tenía 17 años y estaba en el segundo año de juvenil. Primero recibió la convocatoria de la selección gallega y, a continuación, la de España sub 19.

Fue una explosión tardía puesto que hasta esa edad no había destacado en las categorías inferiores del Celta. «Tenía 11 años cuando fui a verle a un campo pequeñito de tierra del Colegio Hogar (prolífico vivero vigués con unas instalaciones muy pobres). Negocié con la madre y el hermano y me lo llevé al Celta», explica Otero. «Marcó 32 goles en media temporada en el juvenil de División de Honor. Paco Herrera lo hizo debutar con 17 años en Primera. Poco después lo vio Luis Enrique en la pretemporada y se lo quedó en el primer equipo. Todavía tenía ficha de juvenil. Ya con Berizzo se le firmó contrato profesional (y anotó cuatro tantos al Rayo la campaña pasada)», detalla el director deportivo del Lugo.

Bloqueado en San Petersburgo

En el viaje de Champions a San Petersburgo, el pasado 24 de noviembre para enfrentarse al Zénit, Santi Mina les confesó a sus compañeros que estaba bloqueado mentalmente. «Nunca me había pasado», les dijo. Se veía incapaz de controlar el balón o de pasarlo correctamente. «Entiendo que pueda generar dudas en Valencia», zanja Herrera, «pero es un buen futbolista que tiene que hacer más goles de los que ha hecho (tres en el Valencia). Necesita espacios para correr».

«Necesita tiempo», continúa Otero, «no es un jugador de asociación, es un llegador que gana la espalda. Yo ya saqué a Denis Suárez y te aseguro que Santi Mina es un cañón».

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