Un mes y medio después de su llegada al Valencia, Gary Neville continúa dándole vueltas a los problemas del Valencia. En ese tiempo, ha intentando sin éxito darle soluciones al juego del equipo. Cambios de piezas, una variación puntual del sistema o la alineación de los dos delanteros centros (Alcácer y Negredo) en las rectas finales de algunos partidos han sido intentos infructuosos en los seis partidos de Liga que ha dirigido. El balance es desolador: cuatro puntos de los últimos dieciocho jugados. Ninguna victoria en su haber. Las estadísticas no engañan: el Valencia es el equipo que menos renta ha sumado de todos los que cambiaron de entrenador. Real Sociedad, Espanyol, Levante, Las Palmas, Betis y Real Madrid han logrado mejor porcentaje de puntos desde que relevaron al inquilino del banquillo.

Gary Neville se presentó en el Valencia con la firme intención de darle más verticalidad al equipo. Objetivo: presentar un conjunto más ofensivo. El plan fue evidente en los primeros partidos. En su estreno, en Eibar, dio entrada a Cancelo como interior derecho, una posición que ya había probado con Nuno. A partir de la visita a Ipurua, sin embargo, fue algo más habitual. Con Parejo sancionado, Neville apostó por Javi Fuego para juntarse con Danilo y André Gomes. Y De Paul, delante, para buscar más perpendicularidad. El Valencia empató con un gol de Alcácer después de haber mostrado una defensa vulnerable. Esa fue la cruz del equipo, también, en la visita del Getafe a Mestalla, en la siguiente jornada. El Valencia, otra vez con Cancelo delante de Barragán y después como lateral izquierdo tras la lesión de Gayà, pisó con frecuencia el área contraria. A costa, otra vez, de dejar una autopista en la defensa. A los espacios descubiertos se unió la inseguridad de la pareja de centrales, que los hermanos Neville no han podido definir por diversas circustancias. El Getafe hizo mucho daño (2-2).

El entrenador del Valencia lo ha dicho varias veces. La segunda parte del equipo en Villarreal es lo que más le ha gustado. Donde más progresos ha visto. Es curioso, porque ese día cambió el sistema: pasó a un 5-3-2, con tres centrales (Vezo se alineó junto a Abdennour y Santos) y con Negredo y Alcácer junto en punta. Una delantera de lujo, en la teoría, a la que no sacó provecho. El Valencia perdió por la mínima, pero encerró al Villarreal en su área tras el descanso. Pese a la derrota, el Valencia intimidó al rival con su presión y las líneas más juntas.

La visita del Real Madrid a Mestalla confirmó la mejoría del Valencia, más agresivo en la recuperación del balón y con una exhibición ofensiva de De Paul desde el flanco izquierdo. Neville no varió su centro del campo (Danilo, Parejo y André Gomes), mientras que Cancelo continuó como interior. Rodrigo reapareció en la segunda parte, tras su lesión, y desde entonces ha sido un fijo en el equipo. Alcácer, el «9» titular en la Liga, marcó el gol del empate y sirvió a Negredo la opción de ganar en el último minuto.

Los progresos mostrados por el Valencia desaparecieron en el horroroso partido que el Valencia ofreció en Anoeta, donde quedaron al descubierto las labores de contención. Parejo desapareció del campo y la defensa, con Abdennour de triste protagonista, dejó a Jaume al descubierto. Un desastre que se confirmó el domingo ante el Rayo, donde el Valencia volvió al punto de partida: retrocedió en el campo y fue incapaz de practicar un fútbol mínimamente elaborado.